Llegó a mis manos este libro por pura casualidad y por interés en el título, pues fútbol y literatura son dos de mis grandes intereses. Vi el título en una biblioteca y sin saber nada de libro o autor lo pedí prestado. Y lo cierto es que fue una extraordinaria decisión. Galder Reguera, autor vinculado al Athletic Club de Bilbao en su Fundación, nos escribe una obra difícil de clasificar, pero que se acerca sin duda a la nueva moda de literatura de autoficción o literatura de memorias. Un ensayo dotado de una sensibilidad extrema y en el que el fútbol se convierte en la excusa para hablar de la vida y de las pasiones vitales.
Y es que si algo hay que destacar del libro es la sensibilidad con que se nos muestran las relaciones familiares a través del hilo conductor que supone el fútbol. Cómo este pasa de abuelos a nietos y de padres a hijos y los lazos que se crean en función de esa afición o querencia. Las partes del texto en que se reflejan los miedos con respecto al hijo relacionados con sus propias decepciones son el reflejo sutil de lo que los padres muy a menudo sentimos con nuestros hijos. En este sentido, el libro es una oda al deporte del fútbol, pero sobre todo es un canto de amor a la propia familia.
Particularmente, me he sentido también muy identificado, y esta expresión es la que domina mi lectura del libro permanentemente, con las historias relacionadas con el fútbol de patio, el que se practica en la niñez y en la juventud y que marca una impronta en las personas de modo indeleble. La pasión en el juego de los niños es, sin duda, una de las manifestaciones de la felicidad más vívidas que he sentido. Y Galder Reguera lo muestra con claridad y lucidez.
El libro, además, está salpicado de numerosas anécdotas vivenciales de todos tipo, de reflexiones de interés y de citas a autores y personajes de proyección de las que se pueden sacar enseñanzas y conclusiones de calado que tienen que ver más con la vida que con el fútbol.
Para terminar os dejo con el párrafo en el que se nos dirige al título del libro:
"Los sentimientos que tenemos hacia el balón, todos nosotros, son ambivalentes. Como todo amor, no está exento de momentos de profundo amor y desprecio. Porque lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. Quienes amamos el fútbol sabemos que, en el fondo, nos domina nuestra pasión. Podemos rebelarnos, pero al final del día volvemos al balón como al calor de la madre. Somos hijos del fútbol".
Un saludo. El Criticón Lector.
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