viernes, 22 de mayo de 2015

"EL EXTRANJERO". ALBERT CAMUS

    La relectura de "El extranjero" me trae el mismo desasosiego que me trajo en mis años universitarios. La extraña lejanía del narrador, la fría contemplación de sí mismo, el análisis de la maquinaria burocrática y sus consecuencias y el dolor expresado desde una distancia estratosférica me han producido el mismo sentimiento que hace casi veinte años.

     Mersault es un contemplativo que ve la vida pasar, que apenas siente y padece, cuya frase de cabecera es "no tiene la menor importancia". Y es este distanciamiento el que le hace extranjero de sí mismo. Mersault tiene una madre recién fallecida, amigos, una especie de novia, un vecindario al que saluda, pero sus sentimientos hacia ellos están rodeados de un halo de indiferencia que asusta. Pero resulta patético que esa misma indiferencia es la que le condena. En este sentido, el proceso al que se ve avocado es un juicio moral a su forma de sentir, más que relacionada con los hechos que se juzgan  en sí mismos.

     Camus en este libro se nos presenta como paradigma del existencialismo de la posguerra, un libro que de alguna manera nos interpela sobre el sentido de la vida, sobre las consecuencias de aplicar la libertad individual hasta los extremos y, por último, con capítulos muy interesantes sobre la eterna pregunta sobre la existencia de Dios o, más bien, sobre la necesidad del ser humano de creer en Dios.

     "...Ninguna de sus certidumbres valía más que un cabello de mujer...". Así en una sencilla oración nos abruma con el debate eterno entre materialismo y religión.

    Para concluir, me gustaría dejar constancia del poder sugestivo e ideológico del último capítulo, en el que el protagonista se prepara para lo que le llega. Un saludo del Criticón Lector.

   

lunes, 18 de mayo de 2015

"RELATOS II". JOHN CHEEVER.

     Este libro de  treinta y dos relatos de aproximadamente quinientas páginas es una selección de aquellos que escribió Cheever, fundamentalmente en The New Yorker. Es un compendio claro de lo que este autor quiso reflejar, de sus compromisos y sus intereses.  Sin lugar a dudas, de este conjunto se saca la conclusión de que Cheever es un autor moral, no confundir con moralista, en el que una conciencia recorre la sociedad, principalmente americana. No esperemos encontrar en estos cuentos grandes historias, tramas narrativas bulliciosas y trabajadas. Aquí hay algo más complejo e interrelacionado en los diferentes cuentos.

     En este sentido, los relatos son una especie de lupa en la que se desgranan mucho de los defectos, con una conciencia crítica sutil, de los que la sociedad americana adolece. Y más concretamente la población blanca, anglosajona y protestante, los famosos wasp. El mundo de los negocios, sus implicaciones como el fracaso, el alcoholismo, la soledad y la sexualidad fuera del matrimonio son expuestos a la luz de un lector, que al terminar el libro siente que se ha encontrado ante una radiografía perfecta del envés del american way of life, del aparente triunfo del hombre hecho a sí mismo americano. Para amantes del género televisivo ( ¿quién no lo es hoy día?) habría que decir que estos relatos parecen el referente directo del mundo que se ofrece en la extraordinaria serie Mad men.

     Una de las temáticas que más toca el autor es las tensas relaciones familiares de toda una suerte de personajes que se dirían perdidos. Las situaciones que se encuentran en casa, tras jornadas duras de trabajo, en una intimidad que es más problemática que otra cosa. Matrimonios destrozados, hijos descastados, frialdad con los parientes, cuando no verdadera crueldad, envidias entre hermanos... Como se ve todo un muestrario de las difíciles relaciones familiares y cómo lo que se considera el nucleo o bastión de la sociedad americana se dinamita desde dentro. A la manera del escritor del XIX, el escritor inserto en un determinado estatus desde el que ve como figura privilegiada todas las asperezas y dificultades de su mundo, Cheever critica, sin una intención puramente revolucionaria, lo que ve.

    Resulta curiosa otra temática centrada en el espacio narrativo. Se trata de la contraposición entre el  mundo nuevo, representado por Estados Unidos, y el mundo viejo, representado principalmente por Italia. Las referencias asociadas a la vieja Europa, están siempre lastradas por la degeneración de una nobleza caduca, enquistada e inmovilista. Encerrada en sus palacios herrumbrosos sorprenden al viajero americano, que representa la modernidad.

     Destaco entre los cuentos varios: "Clementina", en la que se observan claramente esas diferencias culturales entre América e Italia que venimos planteando en una confrontación entre un mundo mítico y otro civilizado; "La geometría del amor" un título sugerente donde hay un intento desesperado de aplicar la geometría a la vida como tabla de salvación; "El nadador" célebre y maravilloso relato que fue llevado al cine por Frank Perry en una película protagonizada por un Burt Lancaster genial y que bajo la apariencia de una acción absurda se detecta el fracaso y el desconcierto en un proceso de bajada a los infiernos por parte del protagonista; "El mundo de las manzanas" relato en el que en una Italia más idílica, pero también más primitiva, se analiza el proceso creativo, la importancia de la memoria en el mismo, la inquietud del abuelo por la pérdida del mismo y el interruptor narrativo en forma de anécdota que quiebra el sentido del viejo escritor, un encuentro lleno de sensualidad en el que la vida, el erotismo, lo obsceno se convierte en una obsesión. 

jueves, 14 de mayo de 2015

"PULP". CHARLES BUKOWSKI

     Los autores malditos, como Bukowski, son perseguidos por una insaciable estela de amantes de lo biográfico más que admiradores de la obra en sí misma. En el caso de este autor, me parece profundamente injusto. Esa suciedad que constantemente se cita como paradigma de su obra lleva aparejada una cosmovisión compleja y sutil. El humor oscuro, cenagoso, con el que nos interpela esconde siempre una postura vital amarga, profunda y algo misántropa. Detrás de cada exabrupto, de cada broma escatológica encontramos como lectores una puntada de desilusión, una humanidad desolada. El contrapunto risa-miseria será siempre una de las pautas de este libro extraño, el péndulo por el que el protagonista, Eric Belane, transita a lo largo de la obra, con un punto más oscuro y existencial conforme nos acercamos al desenlace.

     La novela es un homenaje a la cultura pulp, a esas novelas que han formado parte de literatura popular extravagante y de consumo masivo en el primer tercio del siglo XX, novelas de ciencia ficción, de cowboys, de detectives y de diferentes temáticas en las que el color y el sensacionalismo eran claves. Belane es el heredero del Hollywood antiguo, de ese mítico escenario donde el detective privado campaba a sus anchas. Pero Belane es heredero y al mismo tiempo parodia de estos detectives. Un perdedor lúcido y solitario, soez y ridículo. Sus investigaciones son surrealistas y en ellas vemos extraterrestres, mujeres increíbles, la personificación de la muerte, un escritor muerto pero vivo (¿cómo puede ser eso? pues lo es), cornudos, matones de película... El muestrario es extenso y variopinto.

    Apenas sabemos nada de Belane, pero conforme avanza la novela su soledad nos abruma. El peso de una existencia perdida y sin rumbo nos va haciendo ver a este personaje que al principio era algo ridículo ( una especie de Ignatius F. Really) de otra forma, empezamos a comprender esa postura vital mordaz, escatológica y descreída. Y pese a todo, Belane es en un mundo deshonesto un tipo honesto, que cumple con lo pactado. Belane es antetodo autoirónico. Lo que en un principio parecía parodia, observamos que es descreímiento e ironía. Lucidez sórdida dentro de tramas absurdas, en suma.

       Un texto en el que lo ridículo y soez, sobre todo en los diálogos es constante, se ve salpicado con pensamientos de este calado:
     
"Me estaba deprimiendo. Mi vida no conducía a ninguna parte. Necesitaba algo, los destellos de las luces, el glamour, alguna maldita cosa, y allí estaba, hablando con los muertos". El humor negro, la soledad y lo patético se pueden observar en esta cita que retrata a un hombre perdido.
     El texto, por otra parte, es una oda a la indolencia. Muchos capítulos acaban con Belane dormido, o refugiado en el alcohol como única salida. Pues en la filosofía de Belane el ser humano es un adicto a algo, el qué es lo de menos.
     "Oí un disparo en la calle y comprendí que en el mundo todo iba bien. A los cinco minutos estaba dormido. Como todos los demás". Ejemplo de sátira y del humor negro que está presente en el texto.
 "...Bueno, la gente se engancha a algo. Después de que les cortan el cordón umbilical se enganchan a otras  cosas. A la visión, el sonido, el sexo, el dinero, los espejismos, las madres, la masturbación, el asesinato y a las resacas de los lunes por la mañana".
     Su relación con las mujeres también es reseñable. En él se da la contradicción de la admiración por la belleza,  pues las mujeres le ponen y mucho; y por otro lado hay cierta misoginia en su discurso. No esperen nada políticamente correcto en este libro.
      " Llevábamos unos 30 minutos allí sentados cuando alguien más entró. Otra mujer. Se acercó y se instaló en el taburete que estaba a mi izquierda. Dos mujeres significan el doble de problemas que una sola mujer. Ahora tenía problemas por los dos lados. Estaba bien sentado. Pero seguro que me iban a dar por culo".
     " Es que yo había fracasado hasta con las mujeres, ¡joder! Me había casado tres veces. Nada había ido realmente mal ninguna  de las veces. Todo se había venido abajo por trivialidades. Discusiones insignificantes. Ponerse furioso por nada y por todo. Día tras día, año tras año, triturándose. En lugar de ayudar al otro, uno se apartaba, criticaba esto o lo otro. Pinchando. Pinchando sin parar. Aquello se convertía en una competición vulgar. Y una vez dentro se transformaba en un hábito..." Su visión de la mujer y de las relaciones también encuentra estos momentos de lucidez.
Releyendo la entrada da la sensación de que estamos ante un libro algo oscuro. Nada más lejos de la realidad, el libro es divertido, hilarante y fresco. Pero todo él esconde una visión oscura que es la que me ha impresionado y a la que le he dedicado más tiempo. No obstante, la lectura del libro es fundamentalmente divertida, desvergonzada y muy accesible. Por mi parte, otro libro al que invito a leer. Un saludo atento de El Criticón Lector.