jueves, 14 de mayo de 2015

"PULP". CHARLES BUKOWSKI

     Los autores malditos, como Bukowski, son perseguidos por una insaciable estela de amantes de lo biográfico más que admiradores de la obra en sí misma. En el caso de este autor, me parece profundamente injusto. Esa suciedad que constantemente se cita como paradigma de su obra lleva aparejada una cosmovisión compleja y sutil. El humor oscuro, cenagoso, con el que nos interpela esconde siempre una postura vital amarga, profunda y algo misántropa. Detrás de cada exabrupto, de cada broma escatológica encontramos como lectores una puntada de desilusión, una humanidad desolada. El contrapunto risa-miseria será siempre una de las pautas de este libro extraño, el péndulo por el que el protagonista, Eric Belane, transita a lo largo de la obra, con un punto más oscuro y existencial conforme nos acercamos al desenlace.

     La novela es un homenaje a la cultura pulp, a esas novelas que han formado parte de literatura popular extravagante y de consumo masivo en el primer tercio del siglo XX, novelas de ciencia ficción, de cowboys, de detectives y de diferentes temáticas en las que el color y el sensacionalismo eran claves. Belane es el heredero del Hollywood antiguo, de ese mítico escenario donde el detective privado campaba a sus anchas. Pero Belane es heredero y al mismo tiempo parodia de estos detectives. Un perdedor lúcido y solitario, soez y ridículo. Sus investigaciones son surrealistas y en ellas vemos extraterrestres, mujeres increíbles, la personificación de la muerte, un escritor muerto pero vivo (¿cómo puede ser eso? pues lo es), cornudos, matones de película... El muestrario es extenso y variopinto.

    Apenas sabemos nada de Belane, pero conforme avanza la novela su soledad nos abruma. El peso de una existencia perdida y sin rumbo nos va haciendo ver a este personaje que al principio era algo ridículo ( una especie de Ignatius F. Really) de otra forma, empezamos a comprender esa postura vital mordaz, escatológica y descreída. Y pese a todo, Belane es en un mundo deshonesto un tipo honesto, que cumple con lo pactado. Belane es antetodo autoirónico. Lo que en un principio parecía parodia, observamos que es descreímiento e ironía. Lucidez sórdida dentro de tramas absurdas, en suma.

       Un texto en el que lo ridículo y soez, sobre todo en los diálogos es constante, se ve salpicado con pensamientos de este calado:
     
"Me estaba deprimiendo. Mi vida no conducía a ninguna parte. Necesitaba algo, los destellos de las luces, el glamour, alguna maldita cosa, y allí estaba, hablando con los muertos". El humor negro, la soledad y lo patético se pueden observar en esta cita que retrata a un hombre perdido.
     El texto, por otra parte, es una oda a la indolencia. Muchos capítulos acaban con Belane dormido, o refugiado en el alcohol como única salida. Pues en la filosofía de Belane el ser humano es un adicto a algo, el qué es lo de menos.
     "Oí un disparo en la calle y comprendí que en el mundo todo iba bien. A los cinco minutos estaba dormido. Como todos los demás". Ejemplo de sátira y del humor negro que está presente en el texto.
 "...Bueno, la gente se engancha a algo. Después de que les cortan el cordón umbilical se enganchan a otras  cosas. A la visión, el sonido, el sexo, el dinero, los espejismos, las madres, la masturbación, el asesinato y a las resacas de los lunes por la mañana".
     Su relación con las mujeres también es reseñable. En él se da la contradicción de la admiración por la belleza,  pues las mujeres le ponen y mucho; y por otro lado hay cierta misoginia en su discurso. No esperen nada políticamente correcto en este libro.
      " Llevábamos unos 30 minutos allí sentados cuando alguien más entró. Otra mujer. Se acercó y se instaló en el taburete que estaba a mi izquierda. Dos mujeres significan el doble de problemas que una sola mujer. Ahora tenía problemas por los dos lados. Estaba bien sentado. Pero seguro que me iban a dar por culo".
     " Es que yo había fracasado hasta con las mujeres, ¡joder! Me había casado tres veces. Nada había ido realmente mal ninguna  de las veces. Todo se había venido abajo por trivialidades. Discusiones insignificantes. Ponerse furioso por nada y por todo. Día tras día, año tras año, triturándose. En lugar de ayudar al otro, uno se apartaba, criticaba esto o lo otro. Pinchando. Pinchando sin parar. Aquello se convertía en una competición vulgar. Y una vez dentro se transformaba en un hábito..." Su visión de la mujer y de las relaciones también encuentra estos momentos de lucidez.
Releyendo la entrada da la sensación de que estamos ante un libro algo oscuro. Nada más lejos de la realidad, el libro es divertido, hilarante y fresco. Pero todo él esconde una visión oscura que es la que me ha impresionado y a la que le he dedicado más tiempo. No obstante, la lectura del libro es fundamentalmente divertida, desvergonzada y muy accesible. Por mi parte, otro libro al que invito a leer. Un saludo atento de El Criticón Lector.

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