Este libro de treinta y dos relatos de aproximadamente quinientas páginas es una selección de aquellos que escribió Cheever, fundamentalmente en The New Yorker. Es un compendio claro de lo que este autor quiso reflejar, de sus compromisos y sus intereses. Sin lugar a dudas, de este conjunto se saca la conclusión de que Cheever es un autor moral, no confundir con moralista, en el que una conciencia recorre la sociedad, principalmente americana. No esperemos encontrar en estos cuentos grandes historias, tramas narrativas bulliciosas y trabajadas. Aquí hay algo más complejo e interrelacionado en los diferentes cuentos.
En este sentido, los relatos son una especie de lupa en la que se desgranan mucho de los defectos, con una conciencia crítica sutil, de los que la sociedad americana adolece. Y más concretamente la población blanca, anglosajona y protestante, los famosos wasp. El mundo de los negocios, sus implicaciones como el fracaso, el alcoholismo, la soledad y la sexualidad fuera del matrimonio son expuestos a la luz de un lector, que al terminar el libro siente que se ha encontrado ante una radiografía perfecta del envés del american way of life, del aparente triunfo del hombre hecho a sí mismo americano. Para amantes del género televisivo ( ¿quién no lo es hoy día?) habría que decir que estos relatos parecen el referente directo del mundo que se ofrece en la extraordinaria serie Mad men.
Una de las temáticas que más toca el autor es las tensas relaciones familiares de toda una suerte de personajes que se dirían perdidos. Las situaciones que se encuentran en casa, tras jornadas duras de trabajo, en una intimidad que es más problemática que otra cosa. Matrimonios destrozados, hijos descastados, frialdad con los parientes, cuando no verdadera crueldad, envidias entre hermanos... Como se ve todo un muestrario de las difíciles relaciones familiares y cómo lo que se considera el nucleo o bastión de la sociedad americana se dinamita desde dentro. A la manera del escritor del XIX, el escritor inserto en un determinado estatus desde el que ve como figura privilegiada todas las asperezas y dificultades de su mundo, Cheever critica, sin una intención puramente revolucionaria, lo que ve.
Resulta curiosa otra temática centrada en el espacio narrativo. Se trata de la contraposición entre el mundo nuevo, representado por Estados Unidos, y el mundo viejo, representado principalmente por Italia. Las referencias asociadas a la vieja Europa, están siempre lastradas por la degeneración de una nobleza caduca, enquistada e inmovilista. Encerrada en sus palacios herrumbrosos sorprenden al viajero americano, que representa la modernidad.
Destaco entre los cuentos varios: "Clementina", en la que se observan claramente esas diferencias culturales entre América e Italia que venimos planteando en una confrontación entre un mundo mítico y otro civilizado; "La geometría del amor" un título sugerente donde hay un intento desesperado de aplicar la geometría a la vida como tabla de salvación; "El nadador" célebre y maravilloso relato que fue llevado al cine por Frank Perry en una película protagonizada por un Burt Lancaster genial y que bajo la apariencia de una acción absurda se detecta el fracaso y el desconcierto en un proceso de bajada a los infiernos por parte del protagonista; "El mundo de las manzanas" relato en el que en una Italia más idílica, pero también más primitiva, se analiza el proceso creativo, la importancia de la memoria en el mismo, la inquietud del abuelo por la pérdida del mismo y el interruptor narrativo en forma de anécdota que quiebra el sentido del viejo escritor, un encuentro lleno de sensualidad en el que la vida, el erotismo, lo obsceno se convierte en una obsesión.
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