Llevaba tiempo con ganas de leer a José María Vaz de Soto, pues se trata de un autor que es recurrente en los manuales de literatura española que abordan la creación a finales del siglo XX, especialmente sus obras realizadas en los años 70. Llegó a mis manos este libro y sin dilación me puse a leerlo. Lo cierto es que anticipo que sin parecerme una novela malograda, sí que me he tenido la sensación de que se trata de una novela menor o de escaso vuelo.
La trama se centra en la investigación de un antiguo jefe de policía y un amigo profesor al que embauca para ayudarle y cuenta la historia en primera persona sobre un suicidio en la zona del Andévalo de Huelva del que se tienen sospechas por parte de la familia. Una especie de Holmes y Watson rurales que demuestran inteligencia y mucho amor al arte, pues la investigación está realizada por hacer un favor particular.
En la novela destaca la forma de descubrir las incoherencias de los discursos de cada uno de los sospechosos pues conforme avanza la trama la idea del suicidio va perdiendo fuerza en favor de un posible homicidio. El diálogo es lo más logrado de la novela, un diálogo fluido, rápido e inteligente con algunas menciones a la realidad del momento histórico concreto de los protagonistas de escaso interés, todo hay que decirlo. Quizá algunas reflexiones de índole filosófica diseminadas en las interacciones sí que tienen algo de más trascendencia. Desde luego, estructuralmente el diálogo se convierte en la base del texto y es, sin duda, el procedimiento elegido para el avance del relato, como suele serlo, por otra parte, en muchas novelas policiacas.
En cuanto a las reflexiones de índole filosófico casi siempre tienen que ver con la muerte o, mejor dicho, la forma de morir. Con un debate expreso sobre la eutanasia, que se convierte en piedra angular de la novela.
En la novela la investigación lleva a una segunda trama que de un modo un tanto simplista habla de la homosexualidad y la dificultad de aceptación de la misma en las relaciones paterno-filiales. Con otro suicidio de por medio, por cierto.
En definitiva, la obra se me queda corta como novela de investigación o policiaca, apunta a temas de calado pero yerra o se queda corta en su disparo, y aunque tiene diálogos curiosos y los personajes, sobre todo el antiguo inspector, tienen una buena caracterización lo cierto es que al finalizar la lectura me deja muy frío.
Y, por mi parte, nada más que decir. El Criticón Lector.
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