Con este título tan aparatoso apareció este libro de un autor sueco desconocido que fue todo un éxito editorial hace unos años y estuvo entre los libros más vendidos por mucho tiempo en Europa. Se trata de una novela de puro entretenimiento, muy divertida, sin ínfulas algunas y que, no obstante, deja alguna enseñanza de calado flotando en el maremágnum de peripecias contadas. Tras la escapada del viejo Allan Karlsson de la residencia de ancianos en la que se encuentra en la víspera de su centenario, este se encuentra de lleno en un sinfín de aventuras imposibles. El tratamiento de estas aventuras lleno de humor y surrealismo hace que se lean con deleite y el muestrario de personajes, en esa Suecia tan sublimada por los países mediterráneos, a cada cual más estrafalario y muchos de ellos cercanos al mundo del crimen.
La historia avanza en dos tramas diferenciadas. Por un lado, las peripecias tras la fuga en las que el encuentro con un maletín cargado de dinero y con otros personajes con cualidades peculiares irán formando un grupo que será perseguido por la policía, primero en la búsqueda del viejo y, más tarde, dados los acontecimientos del relato, en su captura. Por otro, la historia personal del abuelo desde su nacimiento e infancia hasta su actualidad. Es esta parte igualmente hiperbólica, desmesurada, surrealista e increíble. En esta parte de la novela se produce el encuentro y, muy a menudo, la confianza con numerosos personajes históricos, generalmente de naturaleza política y que tomaba decisiones de trascendencia internacional. Como ejemplo de estos personajes vemos a Franco, Truman, Mao, Stalin, De Gaulle... El viejo Karlsson tendrá influencia decisiva en numerosos acontecimientos históricos, y, por tanto, en el devenir de la historia. Y en este punto es una referencia casi obligada la extraordinaria película de Zemeckis "Forrest Gump", pues las relaciones son evidentes. Lo bueno de la historia es que a Karlsson no le guía en ningún momento la ideología, el viejo ayuda a unos y a otros por casualidad o, simplemente, porque se lo piden. Y bajo la peripecia y los encuentros con grandes nombres de la historia se esconde el desorden que mueve el mundo, los chanchullos y el sinsentido de la política que se supone de altos vuelos. La novela es así, con este tono de humorada continuo, una crítica a los desmanes de los grandes líderes, a la intransigencia y el absurdo de las motivaciones de las grandes decisiones. Pero, claro, seamos realistas, esto es lo de menos en esta novela. Y es que a veces buscamos lecturas más allá de lo que se nos ofrece.
Lo verdaderamente decisivo de la novela es algo mucho más sencillo y que, además, se ha tratado en muchas ocasiones en literatura. El libro es un canto a la vida, un homenaje constante a una filosofía entre epicúrea y estoica que este viejo se empeña en mantener. Alejado de toda filosofía, Karlsson es el paradigma perfecto del carpe diem latino. Como debe ser, vaya. Un vitalista empedernido que nos recuerda a todos con su ejemplo, eh, chicos, aquí estoy con mis cien años buscándome la vida, aprovechándola hasta el final. Y todo para que, con una sonrisa, lo acompañemos y, cómo no, se nos apetezca algún día saltar por la ventana y escapar.
Y nada más por mi parte. Un saludo del Criticón Lector.
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