jueves, 15 de octubre de 2020

"EL VIAJERO DEL SIGLO". ANDRÉS NEUMAN

      El escritor hispano-argentino Andrés Neuman ha destacado no solo como novelista, sino también como ensayista y, fundamentalmente, como poeta. En este novelón que hoy reseñamos se confirma como un autor de de altura y gran ambición literaria. Nacido en 1977, el autor tiene una obra extensa y muy reconocida, tanto por la crítica especializada, como por los lectores.

     Como decimos, "El viajero del siglo" es un libro ambicioso, y lo es por su naturaleza totalizadora o abarcadora. Una novela ambientada en el siglo XIX con hechuras de novelón decimonónico, pues no solo nos traslada al siglo sino que con su estilo pausado, demorado, cuidado y clásico nos invita a pensar que su novela es un homenaje a aquellas grandes creaciones con amores adúlteros y prohibidos en sociedades vigilantes, represoras y beatas.

     Destaca sobremanera la importancia concedida a las tertulias, a esos diálogos guiados por el respeto y la inteligencia en los que se dilucidan cuestiones de diversa índole. Estas tertulias gravitan sobre dos foros distintos: el salón de la casa Gottlieb y la cueva del organillero. En el primero se abunda en temas de carácter más formal, más ideológicos, sesudos y académicos. En el segundo, en un tono más informal, regado por el alcohol, temas de hondura filosófica o vital. El protagonista es el hilo conductor en ambos, y Sophie, la protagonista femenina, y el viejo organillero, los anfitriones de esas tertulias. 

    El tema principal de la novela es el desarrollo de la historia de amor de Sophie y el misterioso viajero Hans. Una historia de amor secreta, escondida, en donde la rebeldía a la mojigata sociedad de Wandenburgo se produce más en la intimidad que en la calle. Los poderosos condicionantes externos, la sociedad y su férreo control sobre Sophie, la iglesia y sus prejuicios, encarnada en el desagradable y metomentodo párroco, nos transportan a las grandes novelas galdosianas. Entre los mayores condicionantes está, cómo no, la condición de prometida de uno de los grandes próceres económicos de la ciudad, el joven Rudi Wilderhauss. Ello se relaciona también con la importancia dada a la problemática social, con pasajes interesantes que muestran la dura vida de trabajadores en explotaciones industriales y en latifundios agrarios. Se atisban futuros problemas de lucha social. Como decimos, la novela, en su afán abarcador, toca numerosos temas, aunque algunos no los desarrolle plenamente. De hecho, algo reseñable en la novela es la aparición de una acción paralela, que toca la novela de misterio y de investigación, en la que un depredador sexual ataca a las mujeres de Wandenburgo, esta parte podría considerarse la más cercana a la narrativa posmoderna.

     A mi entender, el personaje de Sophie es el más logrado, plagado de matices y de inteligencia en los detalles, representa a las pioneras de la liberación femenina, capaz de rebelarse ante lo establecido en sus hábitos sociales y saciar sus apetitos e instintos sexuales. En este sentido, los pasajes que reflejan la actividad erótica de los protagonistas están realmente conseguidos. Su deseo de participar en la vida culturas y erudita, zona acotada para los hombres, la convierten en la heroína de la historia. Su amante Hans, con un halo de misterio que le acompaña en toda la obra ( de dónde sale este hombre con ediciones de libros tan complicadas de conseguir en su arcón), es el que lleva el foco de la historia encima, no obstante, desde el punto de vista psicológico y su rebelión social es notoriamente más simplista y egoísta. Su ingenio está fuera de dudas y su comportamiento con el viejo organillero reflejan su nobleza. Pero en la historia de amor, el padre de Sophie, al final de la novela, lo desenmascara y muestra sus fallas. 

    Por último, parece necesario comentar la importancia que el autor da al espacio de la ciudad, la imaginaria Wandenburgo, que también conserva su halo de misterio ya que la disposición de sus calles parece que cambia ante el aturdimiento e incomprensión de Hans. 

   Existen dentro de las discusiones que en las tertulias algunas de interés y que apelan al lector, además de mostrar una tremenda erudición. Me gusta la disquisición sobre el movimiento y la quietud. Y los diálogos relacionados con lo literario y, más en concreto, con la traduccion y su sentido.

    Y nada más. Un saludo del Criticón Lector.

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