martes, 8 de diciembre de 2020

LA VIDA IMAGINARIA. MARA TORRES

     La periodista Mara Torres quedó finalista del premio Planeta en 2012 con esta novela. La verdad es que este premio, el más importante desde el punto de vista económico en el ámbito hispánico, lleva algunos años galardonando a autores más bien planos, contadores de historias de escasa repercusión más allá del mero entretenimiento y, en muchos casos, vendiendo rostros más que buenas novelas. Tradicionalmente, se ha dicho que el libro bueno es el finalista, no podemos decir esto de esta novela. Nos parece una novelita sin altura de miras, facilona, de escasísimo interés lector.

     La novela viene a ser una especie de diario en el que se reflejan las cuitas y problemas existenciales ( de orden amoroso) de Nata, personaje protagónico del texto. Los problemas amorosos son repetitivos, la vida imaginaria de Nata  (sus sueñecitos insulsos, sus conversaciones con el novio huido y ausente) es de una intrascendencia definitiva. En general, este es el problema principal de la obra, su intrascendencia, su levedad; al terminar la novela has pasado por una vida que te ha dejado frío, que, como lector, no te ha aportado nada. 

     La obra está dividida en tres partes. En la primera es la ausencia de Beto la dominante, los efectos demoledores de un abandono inesperado en la persona de Nata y el deseo de la vuelta al paraíso de pareja, que luego, a lo largo del desarrollo del texto, vamos viendo que no era tal. La segunda y la tercera abre campo a la esperanza en la persona de Mauro, con el que empieza una nueva historia. Entre medias nos encontramos a sus amigas de las que no puedo decir nada salvo que están ahí para acompañar a Nata, son irrelevantes como personajes.

    El lenguaje utilizado es conversacional, pretendidamente cercano, fresco y coloquial, pero da la sensación de que lo escribe una principiante. Es plano, falto de ideas y de proyección literaria. 

     En resumen, un buen libro para leer en la playa en veranito y que no te importe que se te mojen las hojas o se te llenen de arena. De lectura fácil y que se olvida nada más leerlo. Un saludo atento, el Criticón Lector.

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