"La tristeza del samurai" fue uno de los primeros libros del reciente premio Nadal, Víctor del Árbol y fue muy reconocido en el ámbito estricto de la novela negra, ya que incluso llegó a recibir premios en el difícil marco literario francés. Sin duda, es una novela de género, que pretende de lleno entretener al lector con un gran aparataje de asesinatos, rencillas, espionaje, psicópatas, víctimas y verdugos de todo tipo.
La novela se desarrolla en dos lugares y épocas históricas, fundamentalmente: la Extremadura de la posguerra civil y la Cataluña de principios de los ochenta. En ambas fechas se produce una cadena de acontecimientos que recoge el sufrimiento y las culpas de los diferentes personajes que se transmiten de generación en generación. Todo parte del asesinato de Isabel Mola a traición. A raíz da ahí surge una trama en la que hay una serie de víctimas, entre los que destacan principalmente los hijos de la propia Isabel: Andrés y Fernando. Pero la novela, pese a padecer los vicios habituales de las novelas negras (ya saben unos malos muy malos que se mueven en un lodazal de sentimientos, cuando no en una absoluta falta de ética) mantiene con algunos personajes una cierta ambigüedad crítica. Principalmente, esto se da con la protagonista principal María Bengoechea, abogada que consigue el éxito laboral gracias a la acusación frente a un policía llamado César Alcalá, por malos tratos a un informante, llamado Ramoneda. Entre ellos se formará una tupida red de relaciones en la que el dolor y la muerte están presentes permanentemente.
En la novela aparecen malos tratos, espionaje, la División Azul, campos de concentración, traiciones, incendios, desequilibrados, venganzas, violaciones, secuestros, asesinatos a sangre fría... todo ello con el hito histórico del golpe de Estado del 81 como referencia temporal más relevante. Lo que a uno le lleva a pensar en un thriller cinematográfico americano pero, al ser expresado mediante una forma escrita, con más tramas a desarrollar. En casi todo el libro hay una sordidez extrema, que habita desde las más altas instancias del poder (Guillermo Mola y Publio son en este sentido los ejemplos más claros) hasta los arrabales más siniestros (Ramoneda). Solo unos pocos personajes se salvan de esta miseria moral.
La estructura de la novela es sencilla, basada en ubicaciones espacio-temporales en las que se incluyen escenas en las que habitualmente aparecen dos o más personajes interactuando. Los diálogos están muy logrados y favorecen la lectura, que se hace amena.
En conjunto, parece que estamos ante una novela de iniciación, fundamentalmente por la cantidad de elementos, tramas y acontecimientos que, como en un totum revollutum, estimulan al lector pero que también lo aturden.
Un saludo del Criticón Lector.
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