Naguib Mahfuz fue el primer escritor en lengua árabe en recibir el premio Nobel. Tuvieron que esperar las letras árabes el reconocimiento de la Academia Sueca hasta 1988. No parece muy lógico dada la tradición literaria, excelsa y antiquísima, de todos los pueblos que escriben en árabe. Este libro quizá sea el que más éxito ha tenido en Occidente de su autor. Una novela en la que se universaliza el mundo egipcio, especialmente el relacionado con una condición social baja, sin perder el aroma que desprenden sus peculiaridades para un occidental,
La novela, como en círculos concéntricos, desde el punto de vista de la localización espacial, va desgranando las historias de una serie de personajes, de sus vidas, sus miedos, sus virtudes, y, sobre todo, sus vicios. Seres humanos extraordinarios, en un ambiente reducido, con escasísimas posibilidades de ascenso social que viven sus penurias en plena II Segunda Guerra Mundial que, curiosamente, se convierte para algunos de ellos en una posibilidad de mejorar económicamente. Los círculos de los que hablamos perfilan a los personajes, primero el café, lugar de reunión de los hombres, luego el propio callejón, verdadero protagonista de la novela, para pasar después a las calles adyacentes y, por último, a la zona de los barrios pudientes con grandes edificios de la gran ciudad de El Cairo.
El contraste entre el mundo del callejón y el mundo de los pudientes es clave para entender la novela y, fundamentalmente, una de sus tramas, la más relevante, la que corresponde a Hamida, mujer de gran belleza, que está dispuesta a utilizar esta misma hermosura para conseguir el ascenso social que tanto ambiciona. Tras varios intentos de escalar socialmente por medio del matrimonio, al final opta por una salida más indigna, pero que revela en su carácter un ansia de libertad, de rebelión a lo establecido, tan demoníaca como admirable. Desde el principio, Hamida demuestra un carácter indomable, libre y contestatario, incluso por su aversión a algo que en las sociedades tradicionales, y esta que muestra el libro lo es mucho, es sagrado: la maternidad.
Hay todo un conjunto de personajes, cada cual interesante y con sus cualidades muy conseguidas. Pero haré una selección con aquellos que más importancia tienen en el relato y con alguno tan curiosos que resulta imposible no mencionarlo.
Abbas es el primer enamorado de Hamida, joven e inocente barbero, lo deja todo para trabajar para los ingleses y ganar dinero para poder darle un futuro mejora a Hamida. Pero ella lo olvida pronto, aunque sus vidas se volverán a unir trágicamente al final del libro.
Kirsha es el dueño del café. Su trascendencia como personaje está relacionada con el hecho de que escandaliza al barrio con sus vicios, es consumidor de hachís y, pese a estar casado, busca con fruición satisfacer sus deseos homosexuales con jóvenes apuestos.
Luego vemos el contraste entre el materialista y misántropo Salim Alwan, otro de los cortejadores de Hamida, y la bondad y religiosidad optimista de Radwan Husaini. Vemos a la celestina del barrio, interesada y mezquina, Umm Hamida. Al Doctor Bushi, el dentista con sombras en su vida que escandalizarán al callejón, al pobre y desequilibrado jeque Darwish, al bueno del tío Kamil, a los panaderos y sus peleas...
Pero ya sea por su profesión o ya sea por su falta absoluta de ética, el personaje que más me inquietó y atrajo fue el de Zaita. No es más relevante en protagonismo que los demás pero resulta fascinante. Vive en un cuartucho desde el que mira el mundo con odio y se dedica a deformar a personas para convertirlas en mendigos. Esa es su profesión y gana sus emolumentos con la comisión de lo que sacan estos mendigos en la calle. Su naturaleza oscura y siniestra, el asco que produce, lo convierten en un personaje extraordinario.
En general, Mahfuz realiza una crítica sutil e indirecta a la situación social de estos personajes, una crítica que, además, muestra, con ejemplos simbólicos como el del primer capítulo en el que un viejo poeta recitador es desterrado del café por una radio, la transición de las sociedades tradicionales en un contexto de técnica y modernidad. Contexto que relega a nuestros personajes ora a excluidos, ora a servidores de los extranjeros, en este caso los ingleses.
Y por nuestra parte nada más. Un saludo del Criticón Lector.
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