En esta revisión dramatizada del mito de Ulises, Buero nos zarandea y nos obliga a pensar sobre la idea del triunfo, o más bien sobre lo mucho que esconde de falso el triunfo a ojos de la sociedad. Una drama con resonancias trágicas, de ideas y de personajes, pero de escasa acción. Salvo en el último acto en el que se precipitan los acontecimientos para dar paso a las reflexiones finales, con cierto calado filosófico.
El procedimiento que realiza el autor para transformar el mito es la desnaturalización de los personajes, estos se ven vaciados de sus virtudes legendarias y, por tanto, son complejizados. Ulises deja de ser ese héroe sublime en astucia e inteligencia y en un final antológico se observa lo que en realidad esconde esa astucia, que por ser de capital importancia en la conclusión de la obra me guardo de decir. Penélope es humana, tiene tentaciones eróticas y teje sueños, sueños de mujer abandonada. Se trata de un personaje con un alto sentido trágico, con debilidades y una indiscutible dignidad personal. Telémaco está peor diseñado como personaje, y su incipiente odio hacia su madre no está desarrollado y no acaba de entenderse con claridad, pues no dejan de ser veinte años los que han estado solos, en su caso toda una vida. Por último, están Anfino y Dione, el primero causante de la discordia y entre sus atributos se encuentra el honor y la gallardía, digno hasta el final; la segunda representa a ese personaje que, enamorada de Anfino, pretende hacerse mediante malas artes con su cuota de poder, de algún modo es un personaje capital, pues ella tiene la llave para que se descubra el secreto de Penélope, que no es otro que la conocida treta de destejer durante la noche lo que teje por la mañana. Dione es la antagonista de Penélope, al mismo tiempo que Ulises y Anfino acaban siendo antagonistas al final de la obra por sus respectivos actos.
Por último, la obra se rebela de una vigencia absoluta, y se convierte en un alegato antibelicista, pues pone al descubierto el egoísmo que encierra cada guerra y las consecuencias que tiene la misma en los desheredados, los abandonados por los que van al frente.
En conclusión, se trata de una obra con aliento trágico, que nos actualiza el mito de Ulises y Penélope y en el que los personajes están si no humanizados, pues ambos son muy humanos en la obra homérica, sí al menos puestos al día y, desde luego, se le ha dado mayor preponderancia a la figura de Penélope, que ya no es la fiel y juiciosa mujer que nos enseñaba Homero. Un saludo de El Criticón Lector.
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