Nos encontramos con un libro que sigue esa tradición tan extendida que es la literatura carnavalesca y festiva, que encarnó mejor que nadie Valle Inclán en las letras de ámbito hispánico. La novela la protagoniza una cohorte de fracasados, una cofradía en la que se mitifica la conjución del lupanar y la taberna y que en sus reuniones llenan sus conversaciones con la utópica idea de encontrar la fuente de la eterna juventud maceradas con la inquina que representa la competencia con el grupo de sabios oficiales del Casino. El tono en todo momento es paródico y se mezcla el intelectualismo con la burla, lo que da un claro sentido humorístico al texto. Lo mítico está tratado con sorna y el autor se recrea en autores y obras apócrifas a menudo risibles.
En su investigación sobre la fuente de la juventud, en la que tienen suma importancia los escritos del presbítero D. José María, la cofradía va encontrando personajes y situaciones de lo más estrafalaria. El muestrario es extenso. Destaca en este punto las odas y las elegías al Cautivo, burro castigado a consecuencia de una acción en la guerra. La oratoria se pone al servicio de lo tragicómico y en secuencias como esta es donde más se puede observar la estela del esperpento valleinclanesco. Por circunstancias, el grupo se encuentra con un Diario donde se puede atisbar pistas sobre el venero tan buscado y deseado. También me parece curioso el personaje de Apio, botarate "campagrillos" que parece una versión moderna de Gollum, el personaje de "El Señor de los Anillos".
Así, comienza una búsqueda en donde los diálogos y los encuentros con gentes extrañísimas y el progresivo deterioro de los ánimos brotan del texto en lírica expresión. Las discusiones, preñadas de humor y de ocurrencias, de dialéctica callejera y argumentos retóricos y ceremoniosos son la base del caminar. A mí me recuerda en este apartado a los viajes del Quijote, tanto por la forma (la importancia del diálogo, el encuentro con personajes de todo jaez), como por la misma intención del propio viaje, la utópica ensoñación, cándida e inocente búsqueda de la fuente de la juventud. Personajes quijotescos que a medida qua avanza el texto van acercándose al corazón del lector, pese a lo que de caricaturescos tienen cada uno de ellos.
A destacar del libro su lenguaje, dotado de una expresividad total, lleno de circunloquios, de paráfrasis, de lenguaje culto mezclado con el de germanía. Si la obra nos traslada a un mundo exagerado y expresionista gran parte de ese logro se debe al lenguaje asignado a los personajes; en el caso del narrador se observa un cierto tono lírico, sobre todo en los pasajes en los que la cofradía se encuentra en medio de los montes, entre valles y fuentes.
La búsqueda, sin entrar en detalles, acaba en escarnio y el epílogo de la novela es una venganza con el sesgo carnavalesco propio de la obra, anegada en efluvios etílicos y con un final digno de esta maravilla que es este conjunto de cínicos, tabernarios, filósofos y locuaces personajes. Y es que tal y como se dice en la novela " la locura es un sueño virginal, un tránsito de lirios y niebla". Amén. Un saludo del Criticón Lector.
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