martes, 1 de diciembre de 2015

"ÁVIDAS PRETENSIONES". FERNANDO ARAMBURU

      Esta novela del cada vez más reconocido autor vasco afincado en Alemania Fernando Aramburu se centra en un Congreso de poesía en una zona rural. Desde el principio el tono jocoso, irreverente y satírico nos coloca ante un esperpento de reunión. El autor se ríe de las ínfulas de los poetas, de sus verdaderas intenciones centradas principalmente en la juerga, el sexo fácil y, en general, los excesos. Lo chocante de estos deseos es que se realizan en un convento. El contraste entre este grupo de poetas heterogéneo, urbanita y festivo con el locus amoenus afianza la idea de sátira de tipos que nos da la obra. Aunque lo cierto es que el tono esperpéntico se suaviza con algunos personajes que están tratados con humanidad y ternura, dentro de sus personalidades excesivas y ridículas.

      De la novela destaca, como ya se puede imaginar, el abanico de excéntricos personajes y sus relaciones, pues en muchos casos están tratados como parejas o por grupos. En el caso de las parejas transmite verdadera ternura la pareja Amalia Solórzano-Teodoro Sanz, ambos castigados con sendas desgracias, la una desequilibrada, el otro manso y bueno hasta la exageración; también resulta curiosa y, desde luego muy literaria, la pareja sentimental que forman el sexagenario ciego y la joven de belleza juvenil, deseada por todos y todas como si de un pastelillo de cabello de ángel se tratara. En cuanto los grupos, el primero y más notorio sería el dado por lo generacional, pero el que más juego da es el que trata las diferentes (¿diríamos eternas?) escuelas poéticas: la realita y la metafísica. Los escasos momentos en los que el narrador nos pone delante de estas disquisiciones doctrinales o estéticas reflejan un conocimiento del autor de lo poético, pero como siempre cargado de una ironía corrosiva que desmitifica y refleja la vacuidad de estas disputas. Al fin y al cabo, la poesía es el epicentro del egocentrismo parece que nos quiere decir el autor con sonrisa socarrona en los labios. Y su importancia es la que es.

      Destaca como personaje individual , Lopetegui, Lope entre bambalinas, el gran organizador, el hombre que manda, al que podríamos detestar por su indiscutible cercanía con el poder, por su calculada condescendencia para con los invitados o por cómo se aprovecha  de Teodoro y Amalia al usarlos como meros peones a su servicio y desarrollando su indiscutible capacidad organizativa. Pero cuando se le ve en intimidad se le acaba perdonando, por su honradez intelectual al reconocerse poeta mediocre y, sobre todo, por su secreto via crucis personal.

      Las peripecias de este conjunto de poetas conforman un conglomerado de desastres que cada vez va en aumento. Con apoteosis final en forma de incendio y con paliza final de cervantina raigambre. No sabemos, o preferimos no saber, si tal paliza ha querido tener naturaleza simbólica. Pero al final, dicho con la voz ajena a la endogamia poética que representa la madre superiora, estos desastrosos poetillas no son ni más ni menos desastrosos que cualquier otro grupo que se presenta a un congreso en medio del campo, en el que lo que de verdad importa es tratar de sacarle jugo a la vida. La delicadeza de Aramburu redime de nuevo a este pobre y, en muchos casos, dolorido grupo de poetas, pese a sus ávidas pretensiones de poetas interesados en esa gloria volátil que es la fama y el medro en el escalafón.

     Desde una perspectiva temática, parece obligatorio resaltar la aparición como algo consustancial a la literatura, y cómo no al summum de la misma que es la poesía, del alcoholismo y los excesos. Así como la homosexualidad, tanto en su vertiente femenina como en la masculina. En este sentido, la escena de las dos poetas dándose placer carnal en el cementerio ante la mirada de los niños es antológica.

     Por último, me gustaría destacar la prosa peculiar del autor, muy reconocible y brillante, con anacolutos voluntarios, es decir frases sin acabar que el lector debe terminar teniendo en cuenta el contexto, o el uso especial de dos palabras a elegir por el lector, generalmente en los verbos, o también la aparición esporádica de definiciones de palabras que el narrador usa, definiciones que son del todo punto innecesarias desde un punto de vista argumental, pero que claramente tienen una función distanciadora y que ahonda en el tono satírico y jocoso del libro.

    En definitiva, un gran libro, muy recomendable, que sigue esa estela tan propicia en las letras hispánicas, esa corriente satírica que en muchos casos ha dejado lo mejor de la literatura en español. Un saludo de el Criticón Lector.

martes, 20 de octubre de 2015

"EL TÍO GORIOT". HONORÉ DE BALZAC

    Estamos ante un clásico del Realismo francés, una novela de una extraordinaria dimensión literaria y moral. No sé si me convertiré en la legión de la secta de los Balzaquianos, pero, sin lugar a dudas entiendo la talla literaria del escritor galo.

    Lo primero que resalta en la novela es la magistral descripción del entorno en el que se mueven los protagonistas. Esta característica, que es una constante en el Realismo como movimiento literario, tiene en la literatura de Balzac una proyección moral y social. La pensión, eterna localización de evocaciones literarias, es un trasunto de las clases sociales que hay incluso dentro de la miseria. Los huéspedes, clasificados por pisos, son eslabones de una pirámide social inserta en un mundo de pobreza. Ni el infortunio se libra de las clases sociales. Dentro de esta escalera encontramos en el último peldaño al Tío Goriot, patético personaje que es, junto con Rastignac, el centro de la novela. El hecho de que le llamen Tío es una prueba del trato despectivo  que normalmente se le dispensa. Seguiremos a lo largo de la novela la evolución de los mismos. La mejor definición del personaje la vemos en la obra:

"pobre criatura a quien todos daban de lado, un hazmerreír sobre el que llovían las bromas
     Un personaje patético que, cómo se verá a lo largo de la obra, esconde un corazón de oro y el secreto del sacrificio personal a costa de sus caprichosas hijas.

     La pensión Vauquer, dirigida por Madame Vauquer, una codiciosa mujer para la que toda su vida es la propia pensión, es una de las monstruosidades que brotan del París de la época, una monstruosidad llena de vida y que se verá, gracias al ansia de medro social del joven estudiante de leyes Rastignac, comparada con el lujo de la alta sociedad parisina. Del contraste entre ellas y sus habitantes se sacan conclusiones de hondo calado ético. Puesto que a las miserias físicas o empíricas se pueden contraponer las propias miserias morales de la alta sociedad. Un mundo en el que la hipocresía y la imagen son constantes que combaten contra los sentimientos profundos de las relaciones íntimas. Sorprende la naturalidad, en este sentido, con la que se ve en la obra en estas capas sociales el adulterio. Tema, por otra parte, principal en la literatura decimonónica.

   La obra está dividida, desde el punto de vista de los protagonistas en triángulos del que Rastignac es el vértice principal. Así, encontramos el triángulo de influencias Rastignac-Goriot-Vautrim que está relacionado con el triangulo amoroso Rastignac-Señorita Taillefer-Delfina. Rastignac se ve seducido por la vida en las altas capas sociales y su compañero de pensión Vautrim se da cuenta de ello intentando pactar con él un trato para que se case con la pobre Señorita Taifeller, pobre pero posible heredera de un imperio. Vautrim es así el personaje de influencia que pretende corromper al joven Rastignac. Por otro lado, está el amor que siente este por Delfina, Marquesa de Nucingen por matrimonio e hija del Tío Goriot. El dilema en que se encuentra el personaje, entre sus verdaderos sentimientos y la tentación de medrar socialmente es una de las partes más interesantes del libro.

     Podría pensarse que los personajes están acartonados con lo dicho, Vautrim es malo y Goriot es bueno, pero en absoluto es así. La complejidad de cada uno es sustanciosa. En Goriot vemos mezquindad y ceguera, en Vautrim lealtad y falta de hipocresía, teniendo este pasajes en los que muestra un extraordinario nivel persuasivo. En Rastignac vemos un gradual proceso de aprendizaje o, quizá sería mejor decir maleamiento, para moverse en un París complejo y cruel, un París que es también protagonista de pleno derecho de la obra. Ciertamente, acaba aprendiendo y con ello demuestra que se puede conservar la dignidad en el intento.

    Por último, me gustaría reseñar la emotividad del final, pues se ofrece en el mismo un gran manejo estructural de la tensión en el que la tristeza por Goriot y la nobleza por parte de Rastignac y su amigo Bianchon se dan de la mano.

martes, 1 de septiembre de 2015

"DISTANCIA DE RESCATE". SAMANTA SCHWEBLIN

     Relato perturbador en grado sumo que narra el diálogo entre una agonizante y un niño. Samanta Schweblin nos transporta a una novela de pesadilla, entre mundos, que asfixia  al lector. Y lo digo como un verdadero halago. Esta autora argentina, sin lugar a dudas, va a ocupar muchas portadas y se va a convertir en un referente literario. Su manejo de la tensión narrativa y el ambiguo mundo en el que nos introduce, entre real y alucinatorio, es de una perfección técnica absoluta. Personalmente, me recuerda mucho a algunos relatos de Cortázar.

    Distancia de rescate hacer referencia a los sutiles mecanismos de protección que tienen las madres con sus hijos, hija en este caso. Distancia que en cualquier momento se puede romper, que es al fin el verdadero objetivo  de este relato. Un diálogo entre un niño que es una especie de espíritu, tratado con  una ambigüedad tal que no sabemos si malo o bueno, y Amanda, una mujer que se encuentra de vacaciones y explica los sucesos que la han postrado. El conocimiento que el niño tiene sobre la muerte es aterrador y, en ese sentido, la obra se acerca a la literatura de género. Pero la obra es un canto desgarrado de amor y de miedo a la pérdida. Amanda puede aceptar su muerte, pero en ningún caso la dejación de sus deberes de madre, la desprotección de su hija. La voz de la madre, apremiada por la del niño, es una voz con resonancias de ultratumba. Y ese diálogo, estilizado,onírico y agobiante exaspera a un lector que no acierta a saber qué le están contando.

    Por otro lado, el campo, lugar al que la madre se va a relajar para pasar las vacaciones,  aparece aquí como un espacio antiideal en el que lo telúrico, lo misterioso, es terreno propicio para el chamanismo. Pueblo y campo como receptáculos de la enfermedad y la muerte.

    Por último, me gustaría dar relevancia a la conversación final entre los padres, contada por una madre ya visionaria, testigo de algo imposible - lo que da al relato la perspectiva espiritual y de irrealidad que contamos - y que dota al texto de un dramatismo desgarrador.

    En conclusión, me gustaría hacer notar que esta pequeña novela que se lee en unas horas es uno de los descubrimientos más extraordinarios que he hecho en años. Un saludo de El Criticón Lector.

miércoles, 26 de agosto de 2015

"QUERIDO DIEGO, TE ABRAZA QUIELA". ELENA PONIATOWSKA

     Novela epistolar al modo clásico que muestra una relación de cartas falsas sobre una historia real. Elena Poniatowska, premio Cervantes 2013, nos introduce en el íntimo dolor de Angelina Beloff, pintora rusa que fue pareja de Diego Rivera durante diez años. Esta desolación se debe a la marcha de éste a su México natal desde su residencia en París. Las cartas son un ejemplo de adoración o culto a una persona, que en esta obra es una referencia, una especie de tótem al que se deifica y se sublima: Diego Rivera. Pero de esta adoración postrada más que un dios lo que se traslada es un ser humano sin escrúpulos,  ni sentimientos. Diego no es más que un vacío descorazonador a dónde van a parar las cartas.

     La controversia Diego-Angelina es en este sentido la fuerza motriz de la obra. Así, Diego, macho dominante y con un poder de seducción fuera de lo común pero deshumanizado por su ausencia recalcitrante es el paradigma del machismo y, por otro lado, Angelina, mujer que se da en extremo, fémina al servicio del hombre, sería el paradigma de la sumisión. De esta dicotomía, como no puede ser de otro modo, se produce una corriente de solidaridad hacia la víctima del fuego seductor del genio de Guanajato.

     Las cartas se centran en asuntos artísticos, sentimentales y amistosos. En lo artístico se glorifica la pasión creadora de Diego, su visión casi mística de la realidad. En lo personal, se atiende al carácter seductor y fogoso del escritor. En lo que se refiere a las amistades, se puede observar ese círculo bohemio y artístico de entre guerras que deambulaba por París, de un modo indirecto y referencial.

     Pero, desde luego, en la novela destaca la fuerza sentimental de Angelina, su adoración más allá de lo razonable, la expresión tamizada de sentimientos que tienen en común la entrega absoluta. A modo de ejemplo pongo esta cita, que parece reveladora:

     "En los papeles que están sobre la mesa, en vez de los bocetos habituales, he escrito con una letra que no reconozco: “Son las seis de la mañana y Diego no está aquí.” En otra hoja blanca que nunca 
me atrevería a emplear si no es para un dibujo, miro con sorpresa mi garabato: “Son las ocho de la mañana, no oigo a Diego hacer ruido, ir al baño, recorrer el tramo de la entrada hasta la ventana y ver el cielo en un movimiento lento y grave como acostumbra hacerlo y creo que voy a volverme loca”, y en la misma más abajo: “Son las once de la mañana, estoy un poco loca, Diego definitivamente no está, pienso que no vendrá nunca y giro en el cuarto como alguien que ha perdido la razón. No tengo en qué
ocuparme, no me salen los grabados, hoy no quiero ser dulce, tranquila, decente, sumisa, comprensiva, resignada, las cualidades que siempre ponderan los amigos. Tampoco quiero ser maternal; Diego no es un niño grande, Diego sólo es un hombre que no escribe porque no quiere y me ha olvidado por completo.” Las últimas palabras están trazadas con violencia, casi rompen el papel y lloro ante la puerilidad de mi desahogo. ¿Cuándo lo escribí? ¿Ayer? ¿Antier? ¿Anoche? ¿Hace cuatro noches? No lo sé, no lo recuerdo. Pero ahora Diego, al ver mi desvarío te lo pregunto y es posiblemente la pregunta más grave que he hecho en mi vida. ¿Ya no me quieres, Diego?"

      Es indiscutible el oficio de Poniatowska y su necesidad, probada en otras obras y en su profesión periodística, de estar con los desamparados, y Angelina es una desamparada sentimental, una yonqui necesitada de Diego Rivera. No obstante, "Querido Diego, te abraza Quiela" es una obra menor en la bibliografía de la autora, tanto por el contenido, como por el calado de la obra.

      Un saludo de El Criticón Lector.

viernes, 14 de agosto de 2015

"CUATRO POR CUATRO". SARA MESA

     Sara Mesa, autora del 76 y criada en Sevilla, es una de las nuevas voces en el conjunto de la literatura hispánica. Una voz muy personal, por lo que me ha mostrado este libro, y con un magnetismo extraño y misterioso. Por lo pronto, su estilo es cortante, frío, sincopado, plagado de insinuaciones y sugerencias, en el que lo no dicho a menudo es más importante que lo dicho. Ello hace que el lector deba poner de su parte. La narrativa de Sara Mesa requiere una lectura activa y concentrada. Lo cual no quiere decir que este libro sea complicado.


     La novela está dividida en tres partes. En la primera se solapan las historias de dos cursos diferentes y sucesivos, así se separan las historias entre chicos y chicas, tal y como están separados en el Colich. Lo que se nos muestra, en pinceladas impresionistas y de un psicologismo abrumador, es un microcosmos en el que toman protagonismo, por el lado de los chicos Ignacio y Héctor, y por el lado de las chicas, Celia y la Poquita. Esta primera parte está focalizada en las relaciones de poder y de dominación, más propias de un estado carcelario que de un centro educativo para alumnos/as de familias de alto nivel adquisitivo. Ignacio y Celia centran la historia y en ellos, de alguna manera, está el poder sugestivo de la novela. Pues en la evolución de uno y las circunstancias de la otra gravitan los enigmas de la misma.


     Ya hemos mencionado una palabra clave del libro, enigma, y es que la novela es enigmática en su forma y en su fondo. La estructura fragmentaria favorece la creación de un estado de constante semiconocimiento perturbador y muy efectivo desde el punto de vista narrativo. El lector cree saber, pero no sabe. En la segunda parte, los diarios de un falsario profesor sustituto van desgranando poco a poco la evolución de la primera parte. En este sentido, ver lo que ha sido de Ignacio es humanamente desalentador. El concepto del ser humano que nos ofrece la autora, no es, desde luego, optimista.


    La tercera parte es una narración de un antiguo profesor que explica en clave literaria los sucesos del colich, y, sin querer anticipar nada, el horror acumulado en la escritura anterior. En conjunto esta estructura triple nos lleva a una novela extraña de intriga, en el que tanto los personajes como las tramas son enigmáticos y en el que con inquietud vamos observando poco a poco como la protección del mundo exterior que  el Walbrany College intenta lo único que consigue es un cúmulo de  aislamiento y soledad. Protegiéndose del monstruo exterior, simbolizado en esa Cárdenas fantasmal y violenta, se engendran sinuosas pesadillas, en las que, por desgracia son más culpables los hombres buenos que los malos. Una obra donde la máxima de Martin Luther King, toma todo el sentido: el problema no es la perversidad de los hombres malos, sino la indiferencia de los hombres buenos.


     Por último, como curiosidad, para un profesor de Lengua Castellana y Literatura como yo, la verdad es que las secuencias en las que se observa la improvisación, los problemas con el alumnado y la jerga psicopedagógica, son de lo más vivificante. Se nota que la autora tiene amigos profesores o ha  ejercido la docencia.

     Un saludo de El Criticón Lector.





sábado, 1 de agosto de 2015

"SUITE FRANCESA". IRENE NEMIROVSKY

     Escrito en dos partes, aunque incompleto, pues parece ser que debía tener tres, "Suite francesa" es una novela milagrosa. Su publicación es uno de esos milagros que el azar tiene a bien conceder. Es una novela de la segunda guerra mundial, otra más se dirán. Pero es que esta esta escrita desde la presencia. Al leerla, duele pensar en la autora, asesinada en un campo de concentración alemán. Y duele, por la delicadeza con que la autora narra los hechos. Acostumbrados a leer sobre la barbarie nazi - me viene a la mente, por ejemplo la novela que fuera premio Goncourt  de Jonathan Littell,  "Las benévolas" - este libro cuenta las mezquindades de una sociedad en el miedo y la posterior derrota. Pero no hay ensañamiento, toda la novela está teñida de esa regla clásica que impone el decoro.


     La primera parte, "Tempestad en junio", narra la huida de París, la deshumanización generalizada que produce el miedo y, en general, la mezquindad de las clases pudientes. La burguesía queda muy mal parada, más preocupada por sus tarros y porcelanas que por las vidas humanas. Ya desde el principio se atisba el fatal colaboracionismo francés. Dentro de estos personajes, destaca la familia Pericand y, más aún, Gabriel Corte, pomposo y prepotente escritor, que encarna todo lo que de despreciable puede llegar a tener el que cree que su arte está por encima del ser humano. El flujo de gente por las carreteras, la mezcla de clases sociales, ese exilio al sur nos acerca a la problemática existencial de la pérdida y de la ausencia.


     La segunda parte, "Dolce", nos relata la ocupación, después del armisticio, de un batallón alemán de un pueblo cualquiera de Francia. Se analizan las relaciones entre ocupante y ocupado, las tiranteces y también los acercamientos. Principalmente, se analiza la relación entre Lucile y un teniente alemán. Lucile, que tiene a su marido prisionero, y el educado y caballeroso teniente alemán Bruno Von Falk se sienten atraídos poco a poco. Las cavilaciones sicológicas de Lucile, sus pensamientos en relación a lo que le está pasando, son la parte que más consideración requiere. Pues vemos un contenido que nos lleva, sin lugar a dudas, a esas novelas decimonónicas que analizaban hasta el último punto las implicaciones emocionales del adulterio. En este sentido, es una novela de corte clásico.


     También, la prosa es de corte clásico. Muy sentimental a veces. En general, me parece un libro muy bien escrito, pero que parece escrito cincuenta años atrás si no fuera por la temática. Que la edición en Salamandra te cuente la historia del manuscrito y de las hijas de Nemirovsky me parece un acierto, ya que esos hechos ponen en valor el milagro de la literatura y el poder de la misma, tanto de redención como de supervivencia más allá de la propia vida. Un saludo atento de El Criticón Lector.
   

jueves, 18 de junio de 2015

"EL BALCÓN EN INVIERNO". LUIS LANDERO

     La belleza de la prosa y la imaginación de Landero me atrapó con su exitoso libro, tanto en crítica como en ventas, "Juegos de la edad tardía". Por segunda vez en mi trayectoria lectora me encuentro con las historias creadas por este autor y me he encontrado un Landero diferente. Es un libro en el que se opta deliberadamente por un relato cercano a la realidad vital del propio autor,  con aire memorialístico entonces, y también con un sesgo de análisis del proceso creativo. Si en "Juegos de la edad tardía" nos abrumaban las vicisitudes tragicómicas de los  personajes, aquí tenemos un recogimiento maduro y un alarde de sinceridad de Landero, un confeso mentiroso que pelea por mostrarse lo más real posible.

   A lo largo del conjunto de páginas, en saltos temporales, vamos viendo el devenir vital de Landero, su búsqueda para encontrar su posición en el mundo. Desde la vida gris de oficinista a la aventurera de guitarrista, pasando por la de estudiante en academias de noche. Pero siempre con la extraña conciencia de que dentro de él hay un fabulador, un narrador. Hombre nacido para la ficción casi por herencia genética. En este sentido, las páginas dedicadas a los miembros de la familia son de lo más logrado, el poso de amor pasado por el tamiz del tiempo constituye parte del meollo del libro. Así, esta ¿novela? es también un acto de reivindicación y homenaje a la propia familia y, por extensión, a esas otras tantas familias que un día lo dejaron todo en esos pueblos perdidos de la España profunda para volcar sus sueños en los hijos. Un libro que es un canto entusiasmado de un hijo a sus padres y a su sacrificio, que con tristeza reconoce escasamente reconocido.

    El hecho de que cada capítulo está fechado, mediante saltos temporales, en diferentes decadas del siglo XX (además de los capítulos del presente de la narración), favorece, tanto en el narrador como en el propio lector, la referencia al paso del tiempo y sus complejas consecuencias. La relación con el padre, tan incomprendido de joven, tan agradecido a él en la madurez; el peso de la nostalgia en la vida cuando se acerca la edad en la que uno empieza a considerarse viejo; la observación, desde el pasmo desconcertado, de los cambios sociales y urbanos, en un crecimiento de un Madrid desbordante.

     Landero relaja su prosa en este libro. Quizá al principio es más engolada, en un intento de no desmerecer al autor que siempre ha sido destacado por la crítica como un descendiente directo de la prosa cervantina. Con enumeraciones, a veces algo desmesuradas, pero de raigambre clásica. Pero conforme avanza el texto, la prosa se vuelve más natural, como requiere el fondo del libro, un fondo de naturaleza evocadora y confesional. El tinte liberador del libro no casa con estructuras formales complejas.

      Landero observa desde el balcón de invierno el mundo y su propia historia personal. Y en el camino nos deja páginas de lo más sugestivas. Aunque si hay que leer al autor extremeño desde luego aconsejaría al de ese clásico moderno que es ya "Juegos de la edad tardía".

      Un saludo del Criticón Lector.