Kadaré pasa por ser uno de los escritores albanos más conocidos en el mundo. Sin duda, esta novela tiene mucho que ver con este reconocimiento. Kadaré es uno de esos escritores comprometidos que han vivido el exilio de sus países y se la han jugado por medio del uso de la pluma y de verter con ella una denuncia poderosa a las instituciones dictatoriales que gobernaban en su país.
Mark-Alem es un joven de una familia de la oligarquía otomana en pleno imperio, los Quyprilli. Este personaje será reclutado para trabajar en el Tabir Saray, el Palacio de los Sueños, una institución misteriosa y con poder, críptica e influyente en las decisiones del visir. Lo hará escalonadamente, pasando primero por selección, luego por interpretación y, por último, siendo el director general, el hombre con más poder dentro del Palacio. Se considera un rasgo de gloria imperial el hecho de que tenga rango institucional la interpretación de los sueños. Su reclutador le dirá, para entender la magnitud del trabajo realizado en el Tabir lo siguiente:
"Nuestro Palacio de los Sueños... tiene como misión clasificar y examinar no ya los sueños aislados de personas individuales..., sino el Tabir total, dicho de otro modo, el sueño de todos los súbditos sin excepción."
Y apreciamos pronto el horror de tal Ministerio en la vida de los hombres:
"Todo lo que se muestra turbio o amenazante, o lo que pueda llegar a serlo al cabo de los siglos, se manifiesta su proyecto primero en los sueños de los hombres. No existe pasión o pensamiento maléfico, adversidad o catástrofe, rebelión o crimen que no proyecte su sombra mucho antes de materializarse en el mundo."
Por tanto, el Palacio de los Sueños se perfila ya como una gigantesca y kafkiana entidad de control por parte del poder. A lo largo de la novela observamos al Estado como ente de poder irracional, un poder caprichoso, que brota a menudo de los sueños, como un mecanismo simbólico de horror. Este horror tiene lógicamente consecuencias individuales que hacen ver a Mark Alem ataúdes saliendo del Palacio.
Por otro lado, el libro también muestra la epopeya de supervivencia de la familia Quyprilli frente al Estado totalitario, epopeya que tiene su trasunto simbólico en una epopeya cantada en albano que tiene como protagonista a la familia, para envidia del visir. Para la supervivencia tienen que formar parte del engranaje del poder, aunque la familia no puede salir indemne. Como bien nos recuerda el nombre de la familia que hace alusión a un puente que quedó en pie gracias a la intervención heroica de un Quyprilli, para que el puente quede en pie es necesario el sacrificio de un hombre.
Mención especial hay que hacer al Palacio como sede física. Vemos como tiene una disposición laberíntica, es frío y oscuro. Se hacen constantes alusiones al infierno, sobre todo por el trabajo realizado, recordándonos muy a menudo la influencia clásica de Dante. En este sentido hay una confluencia clara de lo clásico (los mitos grecolatinos, Dante) y lo moderno, ya que Kafka es la otra referencia indiscutible en la estructura irracional, vertiginosa del edificio en tanto entidad física y filosófica. Otra influencia que observo es la de Jung y su teoría del inconsciente colectivo.
El libro concluye con un final extraordinariamente bello. Si en general hemos observado un caos oscuro e infernal, el final nos devuelve a la vida, a la sensibilidad y no a esta metafísica de la inconsciencia a la que hemos asistido como lectores, estupefactos. La comprensión de la propia contingencia y de formar parte de un engranaje inmenso, gracias a la visión del eterno árbol de la primera primavera. Merece la pena leer el libro para saber de qué árbol hablo. Merece la pena llegar a este hermoso final. Para ello hay que transitar por el infernal camino del poder de lo ilusorio, de la ficción como parte del poder.
En conclusión, estamos ante un libro de naturaleza distópica y con un alto contenido filosófico que pretende denunciar al poder omnímodo, arbitrario e irracional. Un libro en la línea de lo kafkiano, que nos recuerda en el poso y en los argumentos a Orwell también. Debo decir que "1984" es una de mis obras de referencia. Obviamente, es lógico conectar esta obra con la Albania contemporánea que Kadaré vivió en primera persona.
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