La obra de Gonzalo Hidalgo Bayal va acaparando cada vez más adeptos, sobre todo lectores que se decantan por lecturas de alto contenido cultural. Esta novela es un ejemplo de cómo con escasos mimbres narrativos se puede mantener un agradable disfrute en el lector. Su propuesta es seria, profunda, pero sin excesos verbales o conceptuales. Entra de lleno en el terreno de la nostalgia, pero sin una huida hacia el sentimentalismo, más bien al contrario, su actitud narrativa es analítica y reflexiva.
"La escapada" es en puridad la historia de un reencuentro entre dos antiguos compañeros de Universidad: por un lado, el narrador-autor y por otro, el personaje sobre el que se reparte el peso de lo contado, el extraño y redondo Foneto. Este calificativo es el apodo que le llega en la Facultad de Letras por su afición a preguntar en clase sobre asuntos intrincados de Lingüística y más en concreto de Fonética. La escapada es también la jornada que pasan estos dos recién jubilados por las calles de Madrid. A lo largo de esta jornada vamos viendo el pasado conjunto de estos dos compañeros y el devenir vital de Foneto, con un subrayado especial sobre su personalidad.
"Uno piensa el bayo, y otro el que lo ensilla". Con este leit motiv se nos presenta uno de los temas centrales de la novela, el de las expectativas que los demás tienen con respecto a uno, frente a la evolución real de los acontecimientos y las decisiones personales que nos llevan al lugar que ocupamos. Foneto, que era un alumno sobresaliente y sagaz, ha buscado un voluntario retraimiento. Por azares de la vida Foneto mantiene relación con unos familiares que regentan un quiosco y con el tiempo este quiosco se convertirá en una especie de moderna torre de marfil para él, tras heredarlo, en donde "el quiosco... es el centro del mundo: desde allí se ve cómo la gente pasa, la ciudad se mueve, el mundo gira, pero el quiosco permanece fijo e inmutable". La personalidad de Foneto, tendente a lo formal y lo conceptual le irá trasladando a un modo de vida ascético. Opta por alejarse voluntariamente y sin apenas esfuerzo de las pasiones que mueven al conjunto de seres humanos en una búsqueda de ataraxia muy noventayochesca. Foneto es víctima, además, de lo que él llama el complejo de Segismundo (el personaje parece bien elegido por las implicaciones de ensimismamiento que este tiene), basado en un acontecimiento que marcó la vida futura de Foneto, el fallo de memoria en una obra universitaria en la que Foneto hacía de Segismundo. Y es que su afán de perfección le hacía perderse exámenes y, en última instancia, este complejo favoreció su retiro del mundo.
A medida que el vino y el orujo van entrando en los cuerpos, las confidencias crecen y Foneto, pese a su forma de ser poco dada a los efluvios sentimentales, relata sus escasas experiencias amorosas, marcadas todas por el fracaso y, sobre todo, por lo que él llama "los amores gananciales", concepto creado por el propio Foneto que viene a entenderse como aquellos amores que se basan en el interés y la aceptación del otro, en el conformismo. La presencia de este concepto en la mente del protagonista transferida a sus actos hace que rechace la posibilidad del amor con una compañera de Facultad.
La escritura de Hidalgo Bayal está plagada de reflexiones lingüísticas, filológicas y librescas, también de juegos de palabras. Se busca con ello la complicidad con un lector culto, especialmente, con el lector filólogo.
En definitiva, el libro es una especie de testimonio vital de un personaje insignificante, extraño, de una humanidad delicada, que destaca por las ausencias deseadas y por su aguda inteligencia. Así en el libro se dice: "... En realidad, Foneto podría elaborar un tratado en defensa de la insignificancia. ya no quedan grandes pasiones, había dicho ante el orujo, solo dolores mediocres. Aunque es probable que nunca haya habido grandes pasiones, añadió".
Un saludo del Criticón Lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario