miércoles, 10 de octubre de 2018

"EL PERIODISTA DEPORTIVO". RICHARD FORD

    Richard Ford, Premio Princesa de Asturias de las Letras, es considerado uno de los grandes escritores vivos estadounidenses. Su trilogía americana forma parte del imaginario colectivo en lo que se refiere a una toma de posición referencial sobre la american way of life que lo convierte en uno de los escritores más icónicos de la presentación al mundo de la cultura americana. "El periodista deportivo" es la primera de las novelas que conforman esta trilogía protagonizada por Frank Bascombe, que va envejeciendo a la par del propio autor, lo que dota al personaje de la condición de alter ego del autor, si bien es seguro que con una buena cantidad de diferencias en la percepción.

     La novela es un largo discurso de un periodista deportivo en el que se reflejan tres tipos de asuntos: sus reflexiones y sus sentimientos, sus recuerdos y el relato de lo que le va ocurriendo en el tiempo del discurso.

      En cuanto a sus reflexiones y sentimientos, Frank Bascombe apuesta por una visión de la vida optimista, atenta a las pequeñas cosas que hacen la vida más llevadera, pero conforme avanza la novela vemos que es más una búsqueda que verdaderamente una realidad personal. Frank Bascombe se encuentra bastante perdido y no ha salido plenamente de una depresión, ensoñación lo llama él, que lo ha mantenido, usando términos deportivos que vienen al caso, fuera de juego. Tanto la muerte de su hijo Ralph, como su posterior divorcio, lo han dejado algo a la deriva. Aunque para observar esto hace falta seguir el sutil desarrollo de los acontecimientos.

      Los recuerdos son en conjunto un repaso desordenado por sucesos de su propia vida, en donde X su exmujer, Ralph, su hijo fallecido, su escasa familia, y sus amantes y amistades vienen a mostrarnos un panorama algo amargo de su pasado que contrasta con su discurso escéptico.

      En el relato de lo que le va pasando, asistimos al fracaso amoroso, a una búsqueda constante por ser querido por ellas, pero con el cinismo de no entregarse verdaderamente él mismo. Esto lo vemos con Vicki Arcenault su novia enfermera, una belleza joven a la que no sabrá cuidar. Por otro lado, muestra también su relación con un club de divorciados, y en especial con Walter, su relación con él es una muestra de su cinismo y falta de entrega y cómo termina esta denota falta de empatía. No vemos esa frialdad en su relación con sus hijos, y sus estancias en el coche observando la vida de la familia perdida son un claro reflejo de desencanto por las pérdidas que jalonan su vida.

     En su discurso vemos generalizaciones constantes, quizá por ello esta novela se ha llamado novela de análisis de la sociedad americana, aunque hay que aclarar que visto desde una peculiar perspectiva personal. Esas generalizaciones constantes hacen una función de etiquetado, o más bien, de imagen esterotipada de numerosos colectivos, que quedan señalados, clasificados y, reconocidos, por un lector. La cuestión es si el lector debe dejarse llevar por esa voz algo caústica, y por momentos, prejuiciosa. También es novela americana por los paisajes que te presenta, esas idas y venidas en el coche que muestran un sinfín de calles y barrios locales.

     Desde mi punto de vista, la novela adolece de un exceso de equipaje, es un relato a veces cargante  y algo onanista, pero en todo caso debo decir que algunas reflexiones sobre el amor, la tristeza, el periodismo o la enseñanza resultan sugerentes y atractivas.

     Por nuestra parte esto es todo, un saludo de El Criticón Lector. 

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