viernes, 13 de julio de 2018

"LA LIBRERÍA". PENELOPE FITZGERALD

   Si hay una escritora inglesa que nos muestra un cosmos literario absolutamente inglés esta debe ser sin duda alguna Penelope Fitzgerald. Nos encontramos con una novela delicada, de un humor fino y sutil, y de matices.

    La novela es un claro homenaje a la cultura del libro, a la pasión por ese objeto que nos ilumina o nos conmueve, nos subyuga o nos pervierte, que es el libro. Una viuda ya entrada en años, Florence Green, decide invertir su tiempo y dinero en abrir un negocio en un pequeño pueblo costero del norte inglés. Un lugar en el que la lectura no parece el entretenimiento más habitual. A esa empresa dedicará todos sus esfuerzos y todo ello a pesar de que las fuerzas vivas del pueblo se oponen a ello. Las pequeñas luchas por mantener a flote su librería en Old House, una casa abandonada y casi en ruinas en la que habita un polstergeist que le hace la vida todavía más difícil y a quien acaba acostumbrándose y con la ayuda de una ayudante de diez años, de naturaleza algo hostil y orgullosa, son los asuntos que en la novela se trasladan. El lector empatiza rápido con esta extraña e irrisoria heroína. Su quijotesca lucha contra el poder en la sombra que supone la Señora Gamart, empeñada en que Old House sea un centro de arte. Como es lógico, pelear contra molinos de viento suele traer consecuencias negativas. Y tras un esfuerzo importante Old House es expropiada y el sueño de Florence se desvanece ya que el conservadurismo del pueblo y su falta de preparación no hacían posible la presencia de una librería en el mismo en plenos años cincuenta.

    Como detalle significativo y cómico está la revolución que supuso el poner a la venta "Lolita", el libro de Nabokov. Solo el Señor Brundish, un viejo ermitaño de alta sociedad, apoyará la empresa de Florence. Su final, algo tragicómico, será el final asimismo de la propia librería.

    En cuanto a la prosa de Fitzgerald, en la traducción de Ana Bustelo de Impedimenta, no hay duda de que es una prosa que fluye, sin alharacas, sencilla y sutil, que no busca sorprender con fuegos artificiales, sino con matices de sentido, con un delicado humor que esconde una vida triste y un esfuerzo infructuoso. Y por nuestra parte nada más. Un saludo de El Criticón Lector.

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