Premio Alfaguara de Novela 2013, este libro nos traslada a la vida de Samuel, que en primera persona nos cuenta cómo una llamada de teléfono cambia su existencia y, sobre todo, nos introduce en su particular visión del mundo. Una óptica llena de matices, algo perpleja ante lo que él es y no siempre correcta.
La mayor fuente de originalidad del libro es la sutil relación e imbricación de la realidad y la ficción o mentira que el protagonista va forjando. Samuel, en un acto visceral y con un deje de rebeldía, decide acudir al tanatorio ante la noticia de la muerte de la desconocida Clara. A partir de aquí Samuel inventa una relación con Clara en la que la receptora principal del cuento es la hermana de la fallecida, Carina. La recreación de Clara entre datos reales y falsos, el amor impostado, que a veces se convierte en un deseo de lo no poseído, y el amor fraternal que busca lo desconocido en el misterio que era para la hermana mayor la hermana menor unen a Samuel y Carina de una extraña forma. Mientras vamos descubriendo quién es Clara, asistimos a la intensidad de una relación imposible. Una novela de amor, con la particularidad de que una de las partes es un fantasma, una fotografía en blanco y negro, o quizá mejor una relación triangular con final desconocido y siempre bajo la tensión de saber si Samuel será descubierto en su impostura.
Por otro lado, la personalidad y el flujo mental de ideas y opiniones nos enseñan un perfil complejo y realista, a veces antipático y algo incorrecto, a veces sensible y, siempre, inteligente. Samuel es un hombre pragmático, que se ve abocado a una aventura emocional fruto de su mentira. Es un hombre con pasado en el que la palabra amor no cabe, es innombrable. Un hombre que piensa antes en los finales que en las propias relaciones, con "un gusto morboso por lo que se desmorona". Un hombre adaptado a la soledad, tan característica de nuestro tiempo, con relaciones de amistad poco profundas, que disfruta de Madrid desde su terraza, asomado a ese mar lúgubre y bello que son los tejados de una ciudad.
La novela peca de excesivo ensimismamiento y de cierto aire repetitivo y muchos de los personajes que rodean a Samuel están solo levemente esbozados pese a tener interés como personajes; nos quedamos con el deseo de saber algo más sobre ellos y la verdad, no sé si esto me parece un defecto o una virtud.
De forma adyacente, se ve en la novela una mirada crítica a la vida socioeconómica del país, a los efectos de la crisis, a las difíciles relaciones laborales y a la complicación que supone levantar una empresa del mundo de la construcción hoy día.
Un saludo afectuoso de El Criticón Lector.
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