"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo..." es el comienzo más conocido, junto con el del Quijote, de toda la novelística en español. La relectura de este libro ha sido emocionante, la inmersión en las vivencias extraordinarias de la saga familiar de los Buendía ha vuelto a dejarme en estado de alucinación permanente. Porque la expresión "estar alucinado", tan coloquial, tan castiza, parece hecha a propósito para la lectura de esta obra mágica y única. García Márquez está tocado por la varita de la genialidad. "Cien años de soledad" de principio a fin está construida bajo el marchamo de obra maestra. Hablar de esta obra, después de los numerosísimos estudios y lecturas de prominentes críticos y escritores parece una vanidad un tanto estúpida. Me ceñiré, por tanto, a mostrar sus rasgos principales con la intención como siempre fue en este blog de dar una reseña sencilla tras la lectura del libro.
Son muchas las generaciones de Buendía que deambulan por el espacio mítico de Macondo, concretamente seis. A lo largo de la muestra de las vidas particulares de cada uno de los integrantes de esta saga nos introducimos en una historia, un relato, de dimensiones y raíces míticas. Relato que va desde la creación de la población, con un fuerte carácter legendario hasta su desaparición, pasando por todas las etapas propias de una historia general: la guerra, los asentamientos familiares, las empresas, las reivindicaciones sociales... Fue García Márquez quien popularizó este modo tan particularmente íberoamericano de Realismo mágico, que tantos frutos y epígonos ha dado con posterioridad. Definir el Realismo mágico o lo Real Maravilloso, en terminología Carpenteriana, no es tarea sencilla, ya que hay muchos intentos. Yo me quedo con la muy famosa definición de Arturo Úslar Pietri, autor de "Las lanzas coloradas" en la que plantea este tipo de escritura como la consideración del hombre como misterio en medio o rodeado de hechos realistas.
En este sentido, lo misterioso se hace carne en el personaje de Melquiades, el gitano presente a lo largo de todas las generaciones de Buendía. Sus escritos crípticos se revelan fundamentales por su carácter profético en relación a Macondo y los Buendía. Familia y pueblo están indisolublemente unidos desde su nacimiento hasta su desaparición.
Como en toda novela de García Márquez, el amor está presente como uno de los núcleos temáticos. Un amor vinculado extrañamente a la soledad, por un lado, y al incesto, por otro.
El incesto es una filiación constantemente repetida en la familia y una ominosa presencia recurrente al que se hace referencia de modo humorístico con la cola de cerdo. Es un amor apasionado, de tintes trágicos, que se muestra de manera proteica y multiforme en todos los personajes de la novela.
Otro concepto clave es el de la locura como destino final de muchos de los integrantes de la familia, es una locura que en muchos casos raya la lucidez, y se cruza con el apartamiento personal del mundo. Los fantasmas, los seres de ultratumba, aparecen con toda naturalidad en escena. Se aparecen y entablan relaciones con los personajes sin traba alguna.
Por último, no se puede hablar de "Cien años de soledad" sin mostrar entusiasmo por su cuidadísimo lenguaje, por su estilo plagado de extensas oraciones que anonadan al lector. Una profusión acumulativa que abunda en el mundo mágico que se nos presenta. Un desarrollo de la historia enmarcado en una estética lujuriosa y excesiva que ha quedado como paradigma literario de un barroquismo para siempre asociado a la narrativa de García Márquez y, por extensión, a numerosos escritores que han seguido, con mayor o menor fortuna, las fórmulas literarias del autor colombiano. Y, por nuestra parte, eso es todo.
Un saludo de El Criticón Lector.