Es de sobras conocida la problemática relación de Kafka con su padre y la influencia que tuvo esta en el devenir vital del genial autor checo. Desde luego, la publicación de esta carta póstumamente tuvo mucho que ver en este conocimiento. Se trata de una carta en la que de modo analítico se desgranan los motivos que justifican la frialdad, la rareza y la ingratitud que le achaca su padre a Kafka. En un continuo juego de reproches observamos el complejo de Kafka ante su padre y los miedos que pervierten la relación paterno-filial.
La comunicación entre padre e hijo es casi inexistente y ello es debido a todo una relación de causas en las que la culpa está muy presente, culpa que se puede estudiar en clave psicoanalítica. El padre representa para el hijo la fuerza y la superioridad, a lo que se contrapone la falta de empuje del propio Kafka, "me aplastarías simplemente de un pisotón" llega a decir el autor de modo muy gráfico. A la fuerza del padre va unida la iracundia, lo que aleja el cariño de la relación, y favorece el distanciamiento y el miedo. La particular sensibilidad de Kafka requiere no un padre poderoso, sino más bien cierto aliento y amabilidad. Esa fortalece incluso se refleja en el aspecto físico.
En cuanto a las opiniones, vemos la ilimitada confianza en su propia opinión. Los juicios del padre se convierten en paradigmas irrebatibles, y ya desde la infancia cualquier ilusión del niño se echa por tierra, transformando la escasa posibilidad de felicidad en incompleta. Un padre siempre a la contra, que ningunea desde la infancia necesariamente, nos dice Kafka, va a generar ingratitud.
Tampoco sale bien parado el padre en cuanto a la educación que les ha dispensado a sus hijos, una educación en la que "lo que tú me gritabas era como una orden del cielo", pero que se presta a la incoherencia porque muy a menudo, como cuenta con las enseñanzas en la mesa, el mismo padre no acataba los mandamientos que le imponía. Con la edad eso ha llevado a que "... el exclusivo sentimiento del niño ha sido parcialmente sustituido por la clara visión del nuestro mutuo desvalimiento". Esa educación tiránica tiene como consecuencia la pérdida de la facultad de hablar del escritor. "Adquirí una manera de hablar entrecortada y balbuciente" nos llega a decir uno de los grandes escritores de la literatura universal de todos los tiempos. Y no dejo de pensar, en un irónico y desmitificador sentimiento, en la diferencia entre el discurso verbal y el discurso escrito literario, en un Kafka inseguro con las palabras que, trémulas, se agolpan en la lengua que pasa a convertirse en uno de los dueños absolutos del canon literario de la literatura occidental. Y es que los recursos educativos del padre que desgrana Kafka son los siguientes: insultos, siempre hechos de manera indirecta y sibilina; amenazas, nunca cumplidas, pero agobiantes; ironía; risa maligna u autoinculpación.
La relación del padre con sus empleados y con las hermanas es igualmente problemática. Llegando a tildar a sus empleados de enemigos pagados y mostrándose con ellos como un tirano, eso generaba en Kafka la necesidad de compensar este trato con un trato contrario que incluso llega a lo masoquista. "Y si yo, la persona insignificante, les hubiese lamido las plantas de los pies, todavía no habría bastado para compensar la manera como tú, el dueño y señor, arremetías contra ellos". En cuanto a las hermanas, solo una de ellas escapa a la ira del padre, una de ellas incluso llega a ser recipiente del odio de su padre.
El judaísmo, también es un foco de diferencias, puesto que lo religioso, a lo que Kafka no se siente especialmente predispuesto, se muestra en él desde una perspectiva del entendimiento de que suponía para el padre una autoafirmación más que un sentimiento religioso real. Hay una falta de ejemplaridad que para Kafka es detestable.
La ironía con que solventa el quehacer literario de Kafka es otro motivo de enfrentamiento, e incluso en su profesión vemos una diferencia en la comprensión de lo que es el otro, frente a la valoración de hombre trabajador que le da el padre a Kafka, este se declara holgazán. Hasta de la hipocondría por la inseguridad y por la excesiva atención a sí mismo culpa de algún modo al padre.
Por último, y quizá es lo que más daño le hace, tampoco consigue hacer comprender sus proyectos matrimoniales infructuosos. La inseguridad generada por el padre junto con el alto concepto que tiene Kafka de lo que significa formar una familia, le hacen verse incapacitado para llevar a cabo tal empresa., empresa que considera este lo máximo que puede conseguir un ser humano. Sus disquisiciones sobre lo que es una familia, lo que significa el éxito en la familia son de gran valor sentimental.
Termino con una cita esclarecedora y bella, trágica y muy visual:
"A veces me imagino un mapamundi completamente desplegado y a ti extendido transversalmente sobre él. Y entonces me parece como si yo solo pudiese vivir en las zonas que tú no cubres o que no están a tu alcance"