Sus descripciones son de una belleza sublime, su extensísima adjetivación, prieta en la búsqueda de sensaciones y muy personal hace de este libro un monumento a la sensibilidad. De la descripción siempre surge una digresión, generalmente costumbrista. En ese sentido, podríamos decir que se trata de pequeños artículos ensayísticos. El autor no deja de hacer pequeñas semblanzas elogiosas de las personalidades del país, con la pena constante de cómo caen en el olvido estos grandes individuos, como el maestro Garreta, Amadeo Vives, el Doctor Turró o Ventura.
El paisaje pobre y necesitado de la España de los cuarenta se observa pero no como un espectáculo deprimente, sino de forma sutil. Las fondas, los mercados, los bares, los caminos...Se observa en Pla un gusto por lo tradicional, de corte conservador, entre las costumbres antiguas y las nuevas siempre prefiere las antiguas, entre el progreso técnico y la cercanía de la naturaleza, siempre se queda con esta, a pesar de que en un capítulo hace una crítica del uso de la palabra natural como algo positivo. su conocimiento del campo, de los huertos y sus productos, de los animales que lo pueblan, su flora, nos trasladan ante un hombre de gustos sencillos y vida apacible. Su loa al caracol por su vida ordenada, discreta y pacífica parece un panegírico del hombre que propugna en su libro. Chochas, grillos, golondrinas, árboles todo está observado con intensidad por Pla.
El famoso conservadurismo de Pla parece que brota de su propio carácter, pragmático a más no poder, tradicional y de espíritu alicaído. Sus invectivas a todo lo que huela a socialismo o ilusiones grandilocuentes nos hablan de un ser que pone el interés en las pequeñas cosas. Para muestra este párrafo:
"Hay razones, me parece, para quedar perplejo. El mundo de hoy es un mundo dominado por la perplejidad. Sin embargo, algo se ha ganado. Las ilusiones se han desvanecido. En muchos aspectos de la vida la eliminación de las ilusiones es saludable y positiva. Las ilusiones hay que reservarlas para aliñar las pasiones del amor y humanizar la ironía, para hablar con los amigos, para simplificar la vida".
Aquí se podría resumir la ideología de Pla y su forma de ver las cosas: conservadurismo, perplejidad ante los cambios e ironía.
En cuanto al contenido del texto, es necesario hablar del estimulante mundo culinario que nos presenta Pla, sus conocimientos gastronómicos, su paladar exquisito y aburguesado son una delicia para el lector. Recuerda uno a otro magnífico autor catalán, el inolvidable Manolo Vázquez Montalbán. Pero yo diría que incluso Pla es más hedonista, su adjetivación fantástica transmite más matices.
Por último, el estilo de Pla es cuidadísimo, con abundante adjetivación, muy seleccionada y en ocasiones muy personal. El problema es que a veces es engolado, algo artificial. Lo que nos lleva a otra faceta de su carácter su fama de caprichoso y tiquismiquis. Su estilo transmite justamente su forma de ser. De todas formas, su interés por el párrafo bien hecho transmite una manera de escribir que hoy por su perfección es difícil de ver. Pocos (quizá ninguno) de los autores actuales de relumbrón cuidan el lenguaje como lo hace el autor catalán. Y eso ya es mucho.
De sus ideas pensaremos que algunas son algo anacrónicas, sin duda demasiado tradicionales, su carácter nos parecerá demasiado altivo y juzgador. Pero es su gusto por la belleza del lenguaje el que nos deja el poso de un escritor de altura. Sus descripciones están entre las mejores que he conocido. Un saludo de El Criticón Lector.