Cuarta novela de la saga del Capitán Alatriste. El autor introduce poco a poco elementos novedosos que cada vez van haciendo a la saga algo más serio desde un punto de vista literario y, sobre todo, lingüístico. Se nota que hace méritos para ser miembro de la Academia. Su documentación es extraordinaria, como siempre. Pero a ello se le une una profusión en términos de germanías de los hablantes marginales de la época que demuestran que Pérez-Reverte no solo quiere con esta novela divertir y entretener. Aunque esta sea su intención principal.
La novela contiene los personajes habituales: los protagonistas Alatriste e Iñigo Balboa (ya iniciado en las artes de la lucha y el combate); los antagonistas Malatesta y la bella y femme fatale Angélica de Alquézar; y los secundarios basados en personajes reales comos son Quevedo y el Conde de Guadalmedina. Alrededor de ellos toda la tropa de ángeles caídos que contextualiza la España salvaje, dura, heroica y sangrienta del siglo XVII.
Desde luego, en la novela tiene una trascendencia especial el marco narrativo, las localizaciones en las que se mueven estos personajes arquetípicos y sencillos y de una eficacia certera como lo son las cuchilladas y los tajos de las espadas que blanden. El barco en el que llegan a España, el mar, Sevilla ( que toma una importancia narrativa en justa relación a la importancia que, como ciudad, tenía en el mundo como Puerta de Indias, con descripciones breves pero gráficas), la cárcel de Sevilla (que tiene un capítulo aparte para ella sola), el río Guadalquivir.
En conclusión, una novela con todas las condiciones para entretener a un público ávido de aventuras, un poco gore, es cierto, y con el habitual soniquete de Pérez-Reverte acerca de la España desagradecida, hosca y cainita, pero heroica y valiente como la que más. Pero su eficacia como lectura de ocio de calidad es indiscutible. Un saludo del Criticón Lector.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
martes, 6 de noviembre de 2012
"LA MANDRÁGORA". NICOLÁS MAQUIAVELO
Comedia teatral del conocido pensador y teórico político que se atiene a las estructuras básicas y protótipicas del subgénero de la comedia de enredo. En este sentido, lo que se cuenta en la obra apenas tiene importancia, todo lo que se plantea está mil veces planteado en el teatro de la época y, posteriormente lo elevarán a sus máximas cotas los autores del Siglo de Oro español con cierta relajación de la moral y las costumbres aceptadas por causas genéricas. Así el leit motiv que planea toda la obra es el engaño. Toda una galería de tipos diversos se ponen de acuerdo para que el enamorado ( si así podemos catalogarlo, pues su único deseo es gozar sexualmente de la esposa) pase una noche con la mujer de un burgués simplón y bobo.
Destaca en la obra la sutil arquitectura dramática del progresivo enredo en el que inevitablemente caerá el marido cornudo, algunos diálogos que lindan con un humor absurdo y los habituales dobles sentidos, juegos de palabras y alusiones al sexo.
En sentido contrario, la obra peca de excesivo maniqueísmo en la presentación de los personajes, que son muy planos, algo lógico dada la intención meramente de entretenimiento de la obra.
En cuanto al contenido de esta pieza teatral destaca el muestrario de iniquidades, así vemos como el provecho carnal es el fin último del personaje principal, Callimaco. Ligurio solo ayuda a este por beneficio privado y por una malsana índole personal. El fraile es el peor visto pues solo está interesado en el beneficio económico, el anticlericalismo de la obra es palmario. La madre por una especie de goce subsidiario. Resulta difícil discernir qué hay de adaptación a los moldes establecidos por el género, con sus pautas y registros propios y qué hay de ideología propia de Maquiavelo. Desde luego, casa muy bien con su famoso tratado político "El Príncipe" el logro de los objetivos por todos los medios y sean estos cuales fueren, morales o no. Pero, si en esta segunda obra vemos al tratadista serio y riguroso, al autor humanista que categoriza y postula principios político-filosóficos que todavía se estudian en las universidades del mundo, en "La Mandrágora" juega con estas ideas y no se percibe la seriedad de la que hablamos.
Destaca en la obra la sutil arquitectura dramática del progresivo enredo en el que inevitablemente caerá el marido cornudo, algunos diálogos que lindan con un humor absurdo y los habituales dobles sentidos, juegos de palabras y alusiones al sexo.
En sentido contrario, la obra peca de excesivo maniqueísmo en la presentación de los personajes, que son muy planos, algo lógico dada la intención meramente de entretenimiento de la obra.
En cuanto al contenido de esta pieza teatral destaca el muestrario de iniquidades, así vemos como el provecho carnal es el fin último del personaje principal, Callimaco. Ligurio solo ayuda a este por beneficio privado y por una malsana índole personal. El fraile es el peor visto pues solo está interesado en el beneficio económico, el anticlericalismo de la obra es palmario. La madre por una especie de goce subsidiario. Resulta difícil discernir qué hay de adaptación a los moldes establecidos por el género, con sus pautas y registros propios y qué hay de ideología propia de Maquiavelo. Desde luego, casa muy bien con su famoso tratado político "El Príncipe" el logro de los objetivos por todos los medios y sean estos cuales fueren, morales o no. Pero, si en esta segunda obra vemos al tratadista serio y riguroso, al autor humanista que categoriza y postula principios político-filosóficos que todavía se estudian en las universidades del mundo, en "La Mandrágora" juega con estas ideas y no se percibe la seriedad de la que hablamos.
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