martes, 8 de diciembre de 2020

LA VIDA IMAGINARIA. MARA TORRES

     La periodista Mara Torres quedó finalista del premio Planeta en 2012 con esta novela. La verdad es que este premio, el más importante desde el punto de vista económico en el ámbito hispánico, lleva algunos años galardonando a autores más bien planos, contadores de historias de escasa repercusión más allá del mero entretenimiento y, en muchos casos, vendiendo rostros más que buenas novelas. Tradicionalmente, se ha dicho que el libro bueno es el finalista, no podemos decir esto de esta novela. Nos parece una novelita sin altura de miras, facilona, de escasísimo interés lector.

     La novela viene a ser una especie de diario en el que se reflejan las cuitas y problemas existenciales ( de orden amoroso) de Nata, personaje protagónico del texto. Los problemas amorosos son repetitivos, la vida imaginaria de Nata  (sus sueñecitos insulsos, sus conversaciones con el novio huido y ausente) es de una intrascendencia definitiva. En general, este es el problema principal de la obra, su intrascendencia, su levedad; al terminar la novela has pasado por una vida que te ha dejado frío, que, como lector, no te ha aportado nada. 

     La obra está dividida en tres partes. En la primera es la ausencia de Beto la dominante, los efectos demoledores de un abandono inesperado en la persona de Nata y el deseo de la vuelta al paraíso de pareja, que luego, a lo largo del desarrollo del texto, vamos viendo que no era tal. La segunda y la tercera abre campo a la esperanza en la persona de Mauro, con el que empieza una nueva historia. Entre medias nos encontramos a sus amigas de las que no puedo decir nada salvo que están ahí para acompañar a Nata, son irrelevantes como personajes.

    El lenguaje utilizado es conversacional, pretendidamente cercano, fresco y coloquial, pero da la sensación de que lo escribe una principiante. Es plano, falto de ideas y de proyección literaria. 

     En resumen, un buen libro para leer en la playa en veranito y que no te importe que se te mojen las hojas o se te llenen de arena. De lectura fácil y que se olvida nada más leerlo. Un saludo atento, el Criticón Lector.

jueves, 15 de octubre de 2020

"EL VIAJERO DEL SIGLO". ANDRÉS NEUMAN

      El escritor hispano-argentino Andrés Neuman ha destacado no solo como novelista, sino también como ensayista y, fundamentalmente, como poeta. En este novelón que hoy reseñamos se confirma como un autor de de altura y gran ambición literaria. Nacido en 1977, el autor tiene una obra extensa y muy reconocida, tanto por la crítica especializada, como por los lectores.

     Como decimos, "El viajero del siglo" es un libro ambicioso, y lo es por su naturaleza totalizadora o abarcadora. Una novela ambientada en el siglo XIX con hechuras de novelón decimonónico, pues no solo nos traslada al siglo sino que con su estilo pausado, demorado, cuidado y clásico nos invita a pensar que su novela es un homenaje a aquellas grandes creaciones con amores adúlteros y prohibidos en sociedades vigilantes, represoras y beatas.

     Destaca sobremanera la importancia concedida a las tertulias, a esos diálogos guiados por el respeto y la inteligencia en los que se dilucidan cuestiones de diversa índole. Estas tertulias gravitan sobre dos foros distintos: el salón de la casa Gottlieb y la cueva del organillero. En el primero se abunda en temas de carácter más formal, más ideológicos, sesudos y académicos. En el segundo, en un tono más informal, regado por el alcohol, temas de hondura filosófica o vital. El protagonista es el hilo conductor en ambos, y Sophie, la protagonista femenina, y el viejo organillero, los anfitriones de esas tertulias. 

    El tema principal de la novela es el desarrollo de la historia de amor de Sophie y el misterioso viajero Hans. Una historia de amor secreta, escondida, en donde la rebeldía a la mojigata sociedad de Wandenburgo se produce más en la intimidad que en la calle. Los poderosos condicionantes externos, la sociedad y su férreo control sobre Sophie, la iglesia y sus prejuicios, encarnada en el desagradable y metomentodo párroco, nos transportan a las grandes novelas galdosianas. Entre los mayores condicionantes está, cómo no, la condición de prometida de uno de los grandes próceres económicos de la ciudad, el joven Rudi Wilderhauss. Ello se relaciona también con la importancia dada a la problemática social, con pasajes interesantes que muestran la dura vida de trabajadores en explotaciones industriales y en latifundios agrarios. Se atisban futuros problemas de lucha social. Como decimos, la novela, en su afán abarcador, toca numerosos temas, aunque algunos no los desarrolle plenamente. De hecho, algo reseñable en la novela es la aparición de una acción paralela, que toca la novela de misterio y de investigación, en la que un depredador sexual ataca a las mujeres de Wandenburgo, esta parte podría considerarse la más cercana a la narrativa posmoderna.

     A mi entender, el personaje de Sophie es el más logrado, plagado de matices y de inteligencia en los detalles, representa a las pioneras de la liberación femenina, capaz de rebelarse ante lo establecido en sus hábitos sociales y saciar sus apetitos e instintos sexuales. En este sentido, los pasajes que reflejan la actividad erótica de los protagonistas están realmente conseguidos. Su deseo de participar en la vida culturas y erudita, zona acotada para los hombres, la convierten en la heroína de la historia. Su amante Hans, con un halo de misterio que le acompaña en toda la obra ( de dónde sale este hombre con ediciones de libros tan complicadas de conseguir en su arcón), es el que lleva el foco de la historia encima, no obstante, desde el punto de vista psicológico y su rebelión social es notoriamente más simplista y egoísta. Su ingenio está fuera de dudas y su comportamiento con el viejo organillero reflejan su nobleza. Pero en la historia de amor, el padre de Sophie, al final de la novela, lo desenmascara y muestra sus fallas. 

    Por último, parece necesario comentar la importancia que el autor da al espacio de la ciudad, la imaginaria Wandenburgo, que también conserva su halo de misterio ya que la disposición de sus calles parece que cambia ante el aturdimiento e incomprensión de Hans. 

   Existen dentro de las discusiones que en las tertulias algunas de interés y que apelan al lector, además de mostrar una tremenda erudición. Me gusta la disquisición sobre el movimiento y la quietud. Y los diálogos relacionados con lo literario y, más en concreto, con la traduccion y su sentido.

    Y nada más. Un saludo del Criticón Lector.

martes, 15 de septiembre de 2020

"AUSTERLITZ". W.G. SEBALD

     Siempre es triste el fallecimiento de un escritor. En el caso de Sebald murió en su momento de mayor madurez narrativa, lo que nos invita a pensar lo que podría haber escrito. Su novela "Austerlitz" es probablemente su obra más conocida y reconocida. En ella cuenta la historia del personaje homónimo al título. Es una historia contada por él mismo, pasada por el tamiz del narrador, en la que este va dando cuenta de los encuentros, primero fortuitos y luego programados. Se trata en realidad de una falsa biografía en un intento de aparentar que es un personaje verdadero y existente en la vida real. Un artificio literario, por otro lado de hondas raíces, pero que en el caso de Sebald es muy logrado por el uso de técnicas ajenas a lo puramente literario que coadyuvan a la idea de realidad. No hay un mero intento de verosimilitud al estilo clásico. Entra estas técnicas las más destacadas son el uso de fotografías que acompañan a lo narrado, con lo que el conjunto palabras-imágenes provocan un sentimiento de verdad y, por otra parte, encontramos los discursos del  propio personaje en forma de digresiones técnicas sobre temáticas ajenas a lo literario, en este caso la arquitectura. Estas digresiones, a mi juicio lastran la novela pues son poco edificantes, aunque consigan retratar al personaje.

       Y es que el retrato del personaje de Austerlitz es una de los pilares del libro, un retrato que habla del desarraigo de un personaje que ha crecido en un ambiente sin amor, motivado por la triste historia de ser un niño más de los muchos que sufrieron las consecuencias de la segunda guerra mundial. Austerlitz se siente incapaz de echar raíces, tanto emocionales como terrenales. Su estudio de la arquitectura lo hace un viajero constante y un erudito de las formas, pero lo aleja de las personas. El otro pilar del libro es que de modo tangencial se nos muestra una crónica del siglo XX, o lo que es lo mismo, de las consecuencias deshumanizadoras que el horror nazi provocó en las personas. 

     En general, todo el texto está impregnado de de tristeza y de cierta impersonalidad. Aunque su aparente frialdad esconde el horror de los campos nazis y el abandono y orfandad de un niño. En definitiva, una novela compleja, difícil, de lectura reposada.

     Y nada más, un saludo del Criticón Lector.

lunes, 24 de agosto de 2020

"REUNIÓN TUMULTUOSA". TOM SHARPE

     Tom Sharpe es uno de los novelistas anglosajones más reconocidos en el ámbito de lo humorístico. Sus libros tienen una comicidad exagerada y delirante. La novela que hoy tratamos es la primera que escribe y en ella parodia el apartheid sudafricano contra el que luchó en su  juventud. No obstante, no se puede ver este libro como una crítica seria y corrosiva del sistema. Es el humor y la ridiculez tronchante lo que destaca en él.

     La novela está centrada en la investigación de un asesinato de un cocinero zulú por parte de una terrateniente, que vive con su hermano y pertenece a una familia aristocrática inglesa de la zona, los Hazelstone, y que mantiene una relación erótica con el finado. La investigación recae en las manos del comandante Van Harden, verdadero protagonista de la historia, y personaje estúpido donde los haya. Acompañado de sus ayudantes, a cada cual más estrambótico y brutal, la investigación es un caos de imprevisibles consecuencias, sostenida en  diferentes malentendidos, prejuicios raciales, estupidez generalizada, malas decisiones y surrealismo desopilante.

    Al fondo, tras multitud de risas, queda un regusto amargo, un extrañamiento en la interpretación del libro, pues la novela es un compendio de barbarie y abusos raciales. Y la pregunta queda en el aire, a pesar de ser un libro que muestra la sinrazón del racismo y el absurdo que supone un sistema político levantado sobre la discriminación, en una época en la que lo políticamente correcto es el lugar común de la creación generalizada, ¿se publicaría este libro tan descomedido?

    Por lo pronto, queda en la memoria el interrogatorio a la señora Hazelstone por parte del comandante Van Harden, la feroz defensa del ayudante Els de la mansión de Jacarandá Park de imprevisibles consecuencias y la representación final en el manicomio de una batalla histórica que, como casi siempre en los libros de Sharpe, acaba como el rosario de la aurora.

     Y nada más, un saludo del Criticón Lector.

miércoles, 12 de agosto de 2020

"LOS ASQUEROSOS". SANTIAGO LORENZO

      Si Santiago Lorenzo tiene una biografía peculiar, este libro, desde luego, lo supera. Nos encontramos ante un escritor (y cineasta) que va a ocupar un lugar señero en nuestras letras con seguridad. Su manejo del lenguaje, su creatividad, nos invitan a aseverar con seguridad lo dicho. En esta novela difícil de clasificar, pero transida constantemente por el humor y la experimentación verbal, el autor nos coloca frente a un personaje inolvidable, Manuel, una especie de Robinson Crusoe a la española, valleinclanesco, al que vemos en un proceso de decantación ("sucintidad", en palabras del propio Manuel) y que en su exagerada transformación nos va a mostrar muchos de los defectos de la sociedad actual.

     Un altercado casual con un policía obliga al protagonista a tomar las de Villadiego y escapar a un pueblo abandonado de la Castilla vaciada llamado Zarzahuriel. Lo hace con la ayuda de su tío, único familiar al que verdaderamente aprecia y narrador de la historia. El hecho de que el tío sea el narrador nos permite ver al personaje desde fuera, con comprensión pero sin poder identificarnos plenamente con él, entre otras cosas porque ello es imposible. Pero la mirada comprensiva, afectiva, del tío hace que comprendamos y acompañemos al protagonista, a través de sonrisas constantes y un lenguaje desenfrenado y caústico.

     Manuel huye por obligación y acaba apartándose del mundo por convicción. Su visión del mundo del cual somos partícipes es corrosiva y un triste reflejo de lo que a menudo somos, a veces sin quererlo. El invento, me atrevo a decir que único, prodigioso, genial, de la mochufa (esos seres que invaden el paraíso de soledad de Manuel) es el espejo deformante en el que nos vemos reflejados en mayor o menor medida. La mochufa como digo es una genialidad, un concepto inventado, una palabra nueva, que debería quedar plasmado para siempre en el diccionario. La mochufa es el hortera que llevamos dentro, el feísmo en las formas, la degradación constante en la que caemos sin darnos cuenta por caer en la insustancialidad, la hipocresía, las apariencias y el permanente deseo de mostrar a los otros lo felices que somos y lo que disfrutamos de la vida. Todo, por supuesto, adobado con una crítica a la tecnificación constante e idiotizadora dentro del marco natural y equilibrado que la mochufa se empeña, sin quererlo, sin mala intención, pero con un sobrecogedor y absurdo sinsentido, en destrozar.

     Destaca en el libro el estilo. Abrumador, tronchante, creativo, con numerosos inventos sacados de una chistera que parece que no tiene fondo. Lorenzo es de la escuela de Quevedo, Valle, Mihura, Jardiel... Sus neologismos, de fácil comprensión, son innumerables y el discurrir del narrador envolvente y reiterativo. Es aquí donde le pongo el único pero al libro, una tachadura que no le quita valor al libro, pero que para mi gusto puede sofocar al lector y reconozco que en mi caso así ha sido en alguna ocasión. Las vueltas constantes a unos mismos motivos o ideas llegan a cansar.

     Por último, me gustaría destacar la bella relación entre el tío y el sobrino. El tío es el transcriptor de las aventuras de Manuel, pero también es su hilo de comunicación con el exterior y su apoyo constante. El final de su relación es el lógico dado el proceso de desaparición de Manuel, pero está teñido de una sentimental pincelada, matiz por otra parte del que el libro no es pródigo, pero que finiquita a la perfección la novela. 

   Y nada más que contar, un abrazo del Criticón Lector.

    

martes, 7 de julio de 2020

"SIDI". ARTURO PÉREZ-REVERTE

      Pérez-Reverte, escritor, periodista, polémico en sus intervenciones por su innegociable valentía en opinar ajeno a lo políticamente correcto, escribe aquí una novela histórica de corte clásico y muy apegada a su habitual forma de escribir en su prolífica carrera.

     Entendemos que es una obra muy reconocible dentro del paradigma creativo del escritor cartagenero, pues el autor se basa en un modelo de novelar al que se pliega reiteradamente. Arturo Pérez Reverte es un gran artesano de la literatura. No suele intentar hacer cerámica fina oriental - estoy plenamente convencido que si quisiera la haría muy notable -,  pero consigue artefactos prácticos y perfectos para el consumo diario. 

      Sus novelas siempre mantienen una sólida construcción narrativa y una gran composición estructural y cuando digo siempre es siempre. Sus personajes suelen ser arquetípicos, de características muy definidas y muy repetidas en la narrativa del autor. Hombres duros, que suelen estar hechos a las penurias ( a menudo, batallas y guerras), adaptados y resignados a un mundo cruel y conflictivo, son inteligentes y superiores al resto de los acompañantes, entre los que se encuentran, a menudo en segundo plano, mujeres inteligentes y con un punto de rebeldía. Realmente, imagino que son proyecciones de lo que el autor de algún modo querría ser.

    Por otro lado, otro de los elementos compositivos que configuran la historia de modo artesanal es el gran manejo de la documentación histórica. Espacios, tiempos y personajes históricos están al servicio de la trama siempre. Una trama muy bien trabajada pero sin complicaciones que alejen al lector de lo que verdaderamente importa para el autor, un buen entretenimiento que enganche y deleite.

    En definitiva, una novela que retrata a uno de los personajes históricos - y épicos - más relevantes en nuestra literatura que nos acerca a la Edad Media y a las vidas en la frontera con sus difíciles equilibrios y en donde los aliados no siempre son los que se esperan, como tantas veces nos ha mostrado la historia.

     Un abrazo del Criticón Lector.

miércoles, 24 de junio de 2020

"ORDESA". MANUEL VILAS

     Novela autobiográfica, por llamarla de alguna forma, esta del escritor aragonés Manuel Vilas, en la que abundan las memorias y las reflexiones más heterogéneas. Calificada como la novela del año, de lo que no cabe duda es que es una novela valiente, sincera, áspera y de la que emana una tristeza y un pesimismo cáustico en el marco de la introspección constante que aborda el propio autor. Al margen de los temas que abordaré, lo cierto es que en el libro encontramos perlas en las que se exaltan determinados sentimientos o un alarde de sensibilidad ante la belleza y el amor. Esas perlas, justo es decirlos, están en el interior de un proceloso mar de tristezas e inseguridades. También destaco una extraña calidad moral en la voz de la enunciación, fácilmente identificable con el autor real del libro, que es capaz de mostrar sus fallas más antipáticas para el lector, y al mismo tiempo recordarnos su calidad humana en otros. El juego entre lo ácido del protagonista y la permanente muestra de su invalidez estructural conforma, de algún modo, la construcción del personaje.

     Obviamente, en el párrafo introductorio podemos intuir que estamos ante un libro de peso y que deja poso. Que trata temas profundos, en una ambivalencia poética nada edificante y, desde luego, poco ilustrativa. La obsesión del autor es el recuerdo de los padres muertos. Todo el libro está transido de su recuerdo. Este es el origen del libro y el leit motiv recurrrente. No hay ausencia de los padres, su muerte ha generado en el autor una presencia constante y obsesiva en su vida. Uno de los mejores pasajes en este sentido, quizá lo valoro así por pura empatía con el personaje, por el hecho de sentir en mis propias carnes ese sentimiento tan bien expresado, es el del espejo y la presencia del padre.

" Me miraba en el espejo y veía no mi envejecimiento, sino el envejecimiento de otro ser que ya había estado en este mundo. Veía el envejecimiento de mi padre. Podía así recordarle perfectamente, solo tenía que mirarme yo en el espejo y aparecía él, como una liturgia desconocida, como en una ceremonia chamánica, como en un orden teológico invertido".
     El padre forma parte del personaje de modo ontológico, más allá del mero recuerdo.
"...no es que lo recuerde a diario, es que está presente en mí de forma permanente, es que yo me he retirado de mí mismo para hacerle hueco a él" 
     En definitiva, las ausencias de los padres acaban mostrando el lado más sensible y escrutador del propio autor, con resonancias filosóficas de, a mi parecer, gran calado:
"Todo el mundo pierde a su padre y a su madre, es pura biología. Solo que yo contemplo también la disolución del pasado y, por tanto, su inexpresividad final. Veo una laceración del espacio y del tiempo".
     Las manías del padre están muy presentes y, cómo no, están legadas al propio personaje, también su mutismo final, el silencio previo al silencio definitivo. También el arrepentimiento por lo no hecho, por lo dejado de hacer con ellos, por lo supuesto y no dicho. Sentimientos universales y humanos ante el dolor de la pérdida. Desahogo catártico, podía ser también la definición que aparece en la primera línea de la reseña.

     Otros temas del libro son los propios fracasos del autor. De ellos, su vida familiar ocupa un puesto prevalente. El amor a los hijos está marcado por una profunda incomunicación, especie de maldición familiar. El fracaso matrimonial, lo que implica en esta sociedad el matrimonio, el sacrificio en sus palabras ocupa páginas también reveladoras de una sensibilidad especial y de ese carácter sincero que transita el libro. El autor no duda en mostrarse mezquino e interesado, su interés por el dinero, los asuntos económicos, sus privaciones, su indigencia relativa (que desde luego habrá desparecido tras las ventas de este extraño best sellers) nos muestran quizá el lado más desagradable del autor, en ocasiones mezclado con un indiscutible rencor social. Su deseo de medro, no obsta que veamos frases de una belleza sin igual sobre la belleza. 
"Una renuncia a participar en el saqueo del mundo, eso es para mí la pobreza" .
      También destaco pasajes relacionados con la enseñanza y el profesorado. Muy duros. Que merecen una reflexión por parte de los docentes, sin caer en el victimismo, el triunfalismo o el corporativismo propio de toda profesión. Ya sabemos lo que se dice de los espejos deformantes. También son duros, por sinceros y por demoledores, los pasajes dedicados al alcoholismo del propio autor.

       La novela, o lo que sea este artefacto creativo, está escrita con una prosa axiomática y, a la vez, poética, con numerosas reiteraciones de estructuras y conceptos sobre los que se aportan matices diferenciados, a veces contradictorios. Es una novela que parece escrita sin método, al albur de la intuición poética del escritor, del que ya sabemos además de prosista es poeta. Destacan las fórmulas X es Y, de forma que las figuras de relación están muy presentes en el texto. 

      En definitiva, una obra intensa, profunda, de la cual sorprende su éxito pues es poco complaciente y reiterativa en sus motivos. Pero que permite observar cómo el escritor se abre en canal y muestra al mundo todo su interior. Un interior que, por lo que se ve, ha fascinado a los lectores. Mi intuición me dice que el autor no solo ha sabido verse a sí mismo, sino que ha sabido entrar en el corazón de cada uno de los lectores. Ha captado lo que de universal tiene la pérdida, el dolor, la insignificancia, el tráfago, a menudo incoherente, de la vida que, de eso no hay duda, algún día cesará.

     Un saludo atento, del Criticón Lector.

viernes, 8 de mayo de 2020

"EL PALACIO DE LOS SUEÑOS". ISMAEL KADARÉ

    Kadaré pasa por ser uno de los escritores albanos más conocidos en el mundo. Sin duda, esta novela tiene mucho que ver con este reconocimiento. Kadaré es uno de esos escritores comprometidos que han vivido el exilio de sus países y se la han jugado por medio del uso de la pluma y de verter con ella una denuncia poderosa a las instituciones dictatoriales que gobernaban en su país.

     Mark-Alem es un joven de una familia de la oligarquía otomana en pleno imperio, los Quyprilli. Este personaje será reclutado para trabajar en el Tabir Saray, el Palacio de los Sueños, una institución misteriosa y con poder, críptica e influyente en las decisiones del visir. Lo hará escalonadamente, pasando primero por selección, luego por interpretación y, por último, siendo el director general, el hombre con más poder dentro del Palacio. Se considera un rasgo de gloria imperial el hecho de que tenga rango institucional la interpretación de los sueños. Su reclutador le dirá, para entender la magnitud del trabajo realizado en el Tabir lo siguiente:

"Nuestro Palacio de los Sueños... tiene como misión clasificar y examinar no ya los sueños aislados de personas individuales..., sino el Tabir total, dicho de otro modo, el sueño de todos los súbditos sin excepción."

      Y apreciamos pronto el horror de tal Ministerio en la vida de los hombres:
"Todo lo que se muestra turbio o amenazante, o lo que pueda llegar a serlo al cabo de los siglos, se manifiesta su proyecto primero en los sueños de los hombres. No existe pasión o pensamiento maléfico, adversidad o catástrofe, rebelión o crimen que no proyecte su sombra mucho antes de materializarse en el mundo."
    Por tanto, el Palacio de los Sueños se perfila ya como una gigantesca y kafkiana  entidad de control por parte del poder. A lo largo de la novela observamos al Estado como ente de poder irracional, un poder caprichoso, que brota a menudo de los sueños, como un mecanismo simbólico de horror. Este horror tiene lógicamente consecuencias individuales que hacen ver a Mark Alem ataúdes saliendo del Palacio.

    Por otro lado, el libro también muestra la epopeya de supervivencia de la familia Quyprilli frente al Estado totalitario, epopeya que tiene su trasunto simbólico en una epopeya cantada en albano que tiene como protagonista a la familia, para envidia del visir. Para la supervivencia tienen que formar parte del engranaje del poder, aunque la familia no puede salir indemne. Como bien nos recuerda el nombre de la familia que hace alusión a un puente que quedó en pie gracias a la intervención heroica de un Quyprilli, para que el puente quede en pie es necesario el sacrificio de un hombre.

     Mención especial hay que hacer al Palacio como sede física. Vemos como tiene una disposición laberíntica, es frío y oscuro. Se hacen constantes alusiones al infierno, sobre todo por el trabajo realizado, recordándonos muy a menudo la influencia clásica de Dante. En este sentido hay una confluencia clara de lo clásico (los mitos grecolatinos, Dante) y lo moderno, ya que Kafka es la otra referencia indiscutible en la estructura irracional, vertiginosa del edificio en tanto entidad física y filosófica. Otra influencia que observo es la de Jung y su teoría del inconsciente colectivo.

     El libro concluye con un final extraordinariamente bello. Si en general hemos observado un caos oscuro  e infernal, el final nos devuelve a la vida, a la sensibilidad y no a esta metafísica de la inconsciencia a la que hemos asistido como lectores, estupefactos. La comprensión de la propia contingencia y de formar parte de un engranaje inmenso, gracias a la visión del eterno árbol de la primera primavera. Merece la pena leer el libro para saber de qué árbol hablo. Merece la pena llegar a este hermoso final. Para ello hay que transitar por el infernal camino del poder de lo ilusorio, de la ficción como parte del poder.

     En conclusión, estamos ante un libro de naturaleza distópica y con un alto contenido filosófico que pretende denunciar al poder omnímodo, arbitrario e irracional. Un libro en la línea de lo kafkiano, que nos recuerda en el poso y en los argumentos a Orwell también. Debo decir que "1984" es una de mis obras de referencia. Obviamente, es lógico conectar esta obra con la Albania contemporánea que Kadaré vivió en primera persona. 
 

domingo, 12 de abril de 2020

"EL RUMOR DE LA MONTAÑA". YASUNARI KAWABATA

     La literatura está llena de historias familiares. El caos o el orden familiar, eso es indiferente, siempre ha supuesto un universo que desentrañar para el novelista. Los lazos que unen, las quiebras que se producen en esos mismos lazos, las consecuencias que las palabras de los seres más cercanos pueden tener, se convierten a menudo en la zona de análisis e indagación del escritor. Kawabata, el Nobel japonés, escribe en este libro sobre este hecho con sus sutiles ramificaciones.

     "El rumor de la montaña" título que hace referencia a un capítulo inicial en donde se nos presenta al protagonista principal, el abuelo Shingo, y su percepción enigmática del rumor de la montaña que está frente a su vivienda. Shingo, un abuelo con pérdidas de memoria, es el referente sobre el que la historia se monta, además de ser la base de la familia que se nos presenta a continuación. Un protagonista de una redondez sobresaliente, con aristas inimaginables, capaz de lo mejor y de lo peor en la radiografía interna que muestran sus reflexiones, de una sinceridad a veces brutal, a veces de una sensibilidad de altura poética. La familia está formada por un hijo (Shuichi) y su mujer (Kikuko), una hija en proceso de separación (Fusako) con sus hijos y la esposa (Yasuko). Shingo es un abuelo de ideología tradicional, tanto de la vida como de las relaciones. Y, precisamente, las relaciones que le unen o separan de su familia, su modo de ver estas en sus reflexiones, serán el armazón argumental de la novela. Con su mujer, unido a ella en matrimonio por casualidad y como segunda opción, ya que verdaderamente quería a su hermana, más bella y agraciada que esta, mantiene una conexión ambivalente, hay complicidad, pero también un rechazo físico que no deja en buen lugar a Shingo. Sus comentarios sobre la fealdad de su esposa, sus ronquidos y la vejez de esta son constantes. Pero a la vez, en sus conversaciones, en su aceptación de roles, vemos un equilibrio y una aceptación ineludible. Así, entre sus reflexiones podemos ver la siguiente: " Para Shingo su boda no había sido un error. Un largo matrimonio no necesariamente queda sometido  a su origen." Más complejos son sus vínculos con su hijo y nuera. E incluso entre estos, como matrimonio. Shuichi es un antagonista claro de su padre. Su modernidad deviene en dejadez tanto familiar como laboral. Contra este proceder choca el abuelo y muestra rechazo a lo que él observa como decadencia y parálisis moral. Con Kikuko, la relación es compleja, casi ideal, la dulzura de Kikuko, sus atributos casi perfectos crean un vínculo emocional de naturaleza casi platónica y levemente erótico entre abuelo y nuera. Vemos este complejo triángulo en momentos como este: "Sintió la crueldad de Shuichi...¿Acaso su hijo no se daba cuenta de su pureza? La pálida, delicada, infantil cara de Kikuko, la pequeña de su familia, flotó ante él". La visión del matrimonio a veces se torna funesta: "Un matrimonio es como una ciénaga peligrosa que succiona sin fin las faltas de los cónyuges". Su hija será un fantasma postergado, que supone para Shingo un rango constante de culpa. Su matrimonio con un traficante de drogas, su desasimiento personal, su dependencia vital, junto con la de sus hijos, Shingo la ve con la culpa de haber elegido mal. Fusako, tristemente, aparece casi siempre retratada en comparación con Fusako, y siempre sale perdiendo. La constatación en el texto de que la misma hija sabe su posición en la escala de afectos del padre nos da la talla de este personaje, algo secundario, pero de una gran intensidad dramática. En cuanto a los nietos, el abuelo muestra también su cara más amarga, su lado más frío y casi perverso, pues no ve en él el amor que debería tener hacia ellos.

     Una lectura actual del texto nos ofrece la incómoda sensación de ver la postergación de la mujer, su sumisión con respecto al abuelo y al hijo, sostenedores de la familia. No puede ser de otra manera en la Japón de la posguerra, tanto por contexto espacial como histórico el libro se muestra verosímil en el diseño patriarcal de la sociedad. No se nos escapa, no obstante, la figura de la amante de Shuichi, Kino, que es un elemento de subversión a estos cánones. Su voluntad y fortaleza a la hora de ir por libre es, en este sentido, moderno y nos muestra las grietas que el Japón tradicional va teniendo al ir occidentalizándose tras la derrota del imperio. La guerra y esta nueva escala de valores son una constante latente en la novela, que sutil recorre la misma.

      Por otro lado, la novela también es muy actual en algunos temas que aparecen. Con la preocupación del anciano por la muerte, el mismo título es una especie de runrún funesto que ahonda en lo agorero, surgen dentro del hilo argumental temas tan candentes como el aborto, la eutanasia o el suicidio. A lo largo de la novela vamos viendo como el universo de Shingo se va desmoronando, poco a poco, a pesar de que él sigue en pie, siempre como sostén y preocupado por la familia.

      Además de la muerte, hay algunos lugares comunes que conectan con la literatura japonesa en su conjunto. Observamos, embelesados, el gusto y la sensibilidad por los pequeños detalles, generalmente ligados a elementos de la naturaleza cercana. Como los haikus, flores, árboles, sonidos aparecen desgranados con la sensibilidad de quien es capaz de ver a su alrededor lo que a la gente corriente le es imposible ver, más que por incapacidad por falta de verdadera atención. También es afín a la literatura japonesa la trascendencia dada a lo onírico. Los sueños con sus presagios, o incluso con sus visiones extraídas del verdadero inconsciente del protagonistas también tienen su lugar en la obra.

    Por último, me gustaría decir que pese a que lo que se cuenta puede trascender, el tono y el estilo parco, frío, a veces, muy lento y algo plano hacen que la trama, bien urdida, y los temas, interesantes todos, no exploten en una obra plenamente redonda y, por momentos,  nos resulte monótona. Aunque los aciertos, querida gente letraherida, superan en número este pequeño escollo.

     Y nada más, un saludo del Criticón Lector.
     

miércoles, 12 de febrero de 2020

"KAFKA EN LA ORILLA". HARUKI MURAKAMI

     "Kafka en la orilla" es una creación extraña y deliciosa, un artefacto construido como si fuera tratado por un maestro orfebre. Su fantasía está sutilmente mezclada con la realidad y los hechos más extraordinarios se nos aparecen con una normalidad que nunca chirrían en el conjunto. Es una obra a la vez oriental y occidental, mágica y realista, intelectual y vital, espiritual y materialista, de personajes y de acción. En definitiva, nos encontramos ante una obra de un profundo sincretismo compositivo y argumental, escrita en el habitual estilo natural y accesible del autor japonés.

    La obra se centra en las andanzas en paralelo de dos personajes, el joven Kafka Tamura (nombre autoimpuesto, ya que Kafka significa cuervo en checo y el joven llamado cuervo será una voz interior que acompañe al personaje en todo momento) y el anciano Nakata. El primero se escapa de casa, oprimido por el padre, soñando con vivir en una biblioteca, sueño que se cumple. El segundo es un hombre que puede mantener conversaciones con los gatos y al que se le borró totalmente la memoria tras un incidente en el bosque en la niñez en el que cae en una ausencia prolongada ("había regresado a este mundo como una hoja de papel en blanco"). Dos personajes de una entidad tremenda, de los que se quedan en la memoria. En sus búsquedas, de sí mismo en el caso de Kafka, de la piedra que abre y cierra el portal a otro mundo en el caso de Nakata, mantienen relaciones con una serie de personajes igualmente inolvidables. Kafka emerge de su soledad con dos personajes. Primero, con el hermafrodita Oshima, escindido en su ambivalencia hombre-mujer y voz  que, en ocasiones, tiene un resabio magisterial y esclarecedor. Una voz profundamente intelectual y sensible. También se relaciona con la señora Saeki, directora de la biblioteca. Su vínculo será capital en la novela, pues es ¿madre? y amante y su relación vendrá a culminar la profecía del padre ("Tú algún día matarás a tu padre y te acostarás con tu madre"). Por consiguiente, las connotaciones de rango mítico se significan de forma manifiesta y clara; lo profético y lo edípico se aúnan en esta bella relación en la que también tendrá su importancia lo onírico, pues la señora Saeki aparece en forma espectral en la habitación de Kafka en su juventud. Un amor que, en última instancia, será un salvavidas para Kafka. Nakata, a su vez, entablará una relación, también bellamente construida, con un camionero, Oshimo, que se encuentra en su camino, llamado por fuerzas misteriosas y desconocidas. Las cosas que ocurren cuando está Nakata vienen a mostrar un realismo mágico de naturaleza orientalista. Oshimo será un escudero fiel y un actante principalísimo para la resolución de los conflictos en el azaroso viaje de Nakata.

     En general, el libro ahonda en problemas existenciales de calado, que no escasean en la tradición literaria, y está escrito sobre una base argumental algo indefinida y ambigua, pero que te mantiene atado a los personajes, a sus extrañas vivencias. Por otro lado, un espacio-idea clave de la novela es el del mundo paralelo. La idea de un mundo alternativo que en circunstancias extraordinarias puede interceder con el nuestro es muy habitual en el ámbito literario, con antecedentes tan excelsos como el propio Lovecraft. La muestra de este mundo es perturbadora, pues uno no sabe si esa atemporalidad en la que se nos introduce es una especie de infierno aséptico o un paraíso alejado del dolor.

     Quizá la falla más achacable al conjunto sea su exceso de páginas con información redundante o excesiva. Esas informaciones sobre la ropa o los hábitos de los personajes emborronan, a mi juicio, una novela casi sobresaliente. Por lo demás, no es una novela que aporte respuestas, sino más bien que deja el sutil encanto de las buenas preguntas y las reflexiones que indagan en esas partes íntimas del lector que a veces se explican con la lógica, pero que la mayoría de las veces quedan tras el velo de lo irreal.

   Y nada más. Un saludo del Criticón Lector.

jueves, 30 de enero de 2020

"ACCESO NO AUTORIZADO " BELÉN GOPEGUI

    Sobre las base de una historia de hackers, Belén Gopegui, intenta mostrarnos con su novela los entresijos del poder, las luchas intestinas en el mismo y el escaso margen de actuación que tienen quienes consideramos los de a pie que tienen grandes posibilidades de intervenir en la vida pública.

     Los protagonistas tejen hilos de relación para acabar en nada. Su intervención, su lucha queda en un infructuoso intento de cambiar la realidad. Un abogado que intenta ayudar a un hacker amigo que se ha metido en un lío con gente peligrosa que pelea por datos y una vicepresidenta del gobierno que esconde inseguridades tras su imagen de imperturbable reina egipcia tratan de conseguir sus objetivos. Él ayudar a su amigo, enamorar a su amiga Amaya, de la que está perdidamente enamorado y volver por la senda del compromiso personal en lo colectivo. Ella llevar a término un proyecto normativo que supondría un giro social a la política del gobierno, escorada más de lo que dicen las siglas del partido a la política liberal. 

     Dicho esto, parece claro que estamos ante una novelización de un periodo histórico concreto de la historia de España, las postrimerías del gobierno Zapatero. La vicepresidenta no puede ser otra que el alter ego de María Teresa Fernández De la Vega. La novela se convierte, pues, en un retrato de una época a la que se añade la trama informática, con sus misterios, su jerga, sus personajes frikis y su insondable capacidad de intromisión en la intimidad y en lo ajeno. De ahí se deriva una de los mejores logros de la novela, el miedo de los personajes. El espía obligado, que es el amigo del abogado, se siente perseguido y vigilado porque quiere dejar de ser un peón en el mafioso organigrama de especuladores de datos.

     Una casualidad hace que el abogado, hacker aficionado, se introduzca en el ordenador personal de la vicepresidenta, y lejos de ser rechazado por esta, ella lo acoge como a un invitado al que le cuenta algunas de sus preocupaciones, en un quid pro quo muy peliculero se entabla una relación, que si no fuera por lo falta de verosimilitud que la encuentro, es de lo mejor de la novela. Para la vicepresidenta el abogado será la flecha (pues así se manifiesta en su ordenador) y con este interlocutor desconocido mostrará un extraño fluir de la conciencia que significa claramente la necesidad de esta compañía real. En sus conversaciones muestra su miedo a mostrarse débil como cuestión aneja al poder.

    Sobre el poder se producen bastantes reflexiones, algunas bastante profundas. Así por ejemplo, "el ejercicio del poder se caracteriza , entre otras cosas, por un continuo ir y venir de secretos que hay que administrar". O sobre las cualidades de quien ejerce el poder: "como todos los perfeccionistas, la vicepresidenta no solía ser demasiado exigente con sus subordinados próximos: disculpaba el error y no pedía rendición de cuentas. Sabía que la medida real eras su propio perfeccionismo". Y, por supuesto, se observan en primera persona las luchas entre los diferentes sectores del socialismo, sus malas artes. En conjunto, se puede intuir la voz de la autora, que acompaña a las reflexiones de la vicepresidenta, cuando se queja de los giros de la política del gobierno y de la decepción que eso le supone. Llega a criticar el posicionamiento del partido con la fuga del marxismo, al hablar con un histórico del partido venido a menos, pero con un halo de figura moral o, mejor dicho, de bastión de los principios del partido.

     En general, me parece una novela fallida en la trama informática, bastante tendenciosa en lo político y correcta en el manejo de las relaciones humanas entre los personajes. Para despedir la reseña pongo una cita extraordinaria del libro, una reflexión oscura y certera en su planteamiento como pregunta sobre el paso del tiempo y la transformación que conlleva. "¿Qué te parece más desolador: mirar a un crío y ver en sus rasgos y gestos al adulto ya vencido, o mirar a un adulto y ver en sus rasgos y gestos al niño que sigue siendo, desvalido, imprudente, fascinado?"

martes, 7 de enero de 2020

"MALA LETRA". SARA MESA

    Conjunto de cuentos de la autora sevillana, nacida en Madrid, que abordan, desde una perspectiva perturbadora o, en todo caso, poco gratificante, los recuerdos y la familia. La autora, una voz personal y potente de la narrativa actual española, nos cuenta en sus relatos, con numerosos sobreentendidos y silencios, historias duras, difíciles de asumir por un público que no sea audaz y con ciertas tragaderas morales. Relatos que, en algunos casos, están interconectados y se explican unos a otros y que en conjunto son un canto a la literariedad y un puñetazo al estómago al biempensante, pues ataca de lleno conceptos base de nuestra sociedad.

    En "El Cárabo", dentro de un ambiente familiar opresivo, también con el elemento nocturno y la naturaleza hostil coadyuvando para la sensación de agobio en el lector, nos cuenta la celebración triste del cumpleaños de una madre de 22 años al cuidado de unos tíos, que suponen una entidad familiar alienante y represora.

    "Mármol" nos reconduce al mundo del pasado, con recuerdos de los niños de los ochenta. Recuerdos oscuros de cuando los abuelos se tiraban por las terrazas. Las referencias a la obsesión por cómo coger el lápiz en el colegio, a la vida del barrio, al primer amor nos traen a la memoria, con nitidez, aquel tiempo de infancia callejera. La anécdota, triste y dura, que hila con los suicidios de los abuelos, es el suicidio del joven amado y surge al encontrarse con una amiga. El final del cuento deriva en una sutil reflexión sobre el hecho literario, sobre el significado de la literatura como recreación y, por tanto, como mentira.

    "Apenas unos milímetros" es un cuento de terror sicológico en el que una docente enseña a un niño cuyo único movimiento es el título homónimo del cuento de sus ojos. El chico, según su cuidadora, se entera de todo. El dilema moral que nos ofrece el relato es desgarrador y nos pone de lleno en el sentido de lo que es el ser humano y de la culpa colectiva de la salud frente a la enfermedad, del sinsentido cósmico del que tiene la papeleta buena frente al que no la tiene.

    "Creamy milk and crunchy chocolate" es un relato sobre el remordimiento y la culpa. Una culpa que raya en lo enfermizo, pues sobrepasa la lógica. También habla del amor, pero un amor basado en la necesidad más que en los principios del amor romántico a los que estamos acostumbrados.

    "Palabras-Piedra"  nos coloca a la joven del cuento de El Cárabo en otra época de su vida, la niñez. La tiranía, la falta de compasión de la tía, se observa en en secuencias tan duras como esta "... otra vez la exigencia, las insinuaciones, las palabras-piedra, el aislamiento, otra vez todo aquello...". La tía ofrece siempre una visión podrida y viciada de la realidad y ello produce efectos perversos en la psique de la niña. El continuo desprecio de "lo llevas en la sangre" en un puritanismo de corte reaccionario, nos deja entrever un misterio en relación con la madre casi de reminiscencias de novela decimonónica.

   "Nada nuevo" es una conversación sobre un relato, un análisis sobre lo que es la ficción. Es un relato donde se juega entre la realidad y la ficción. El protagonista es un viejo coronel franquista de soledad oscura.

     "Nosotros, los blancos" es un relato que empieza con una voz inocente, provinciana, de la que el lector fácilmente se hace partícipe. Una joven que va a visitar a su hermana díscola. Pero conforme avanza el relato, este empieza a rodar zonas oscuras, incómodas, ásperas. La pobreza, la mezquindad, la sangre hasta llegar a un racismo pueril. Y lo que parecía un relato sobre las relaciones familiares, el poder que los padres ejercen sobre las hijas, se ha convertido en un insidioso relato de horror.

    Pero para horror el relato titulado "Papá es de goma", la historia de unos niños con su padre muerto en la cama. El mayor de los hermanos se hace cargo de la situación y sus desvelos, sus logros tienen un punto de lucha por la supervivencia.

     En "¿Qué nos está pasando?" se analizan las relaciones laborales desde una óptica femenina. Pero es la sordidez la que nos convoca. La triste respuesta a la pregunta del título es que lo que pasa es que las mujeres protagonistas se venden. El abuso de poder y la sumisión voluntaria en el trabajo contactan al final del libro con la triste espera de un marido humillado.

     "Picabueyes" nos devuelve a la protagonista de "El Cárabo" en la adolescencia en el pueblo, el deseo de libertad contrasta con lo opresivo de los pensamientos. Su viaje en bicicleta acaba con la cruel intervención de los jóvenes lugareños, que abusan de la jovencita. Pero la preocupación de la niña pese a todo es qué decirles a las tías si no vuelve con la bicicleta, pues se la han roto.

    En "Mustélidos" se vuelven a analizar las relaciones humanas en el contexto laboral, que devienen en cierta imposibilidad de llegar a conectar con el otro. También en este texto se observa el interés de la autora por desentrañar o analizar el hecho literario, pues la protagonista es escritora de cuentos en sus ratos libres. Surge así la idea de la escritura como desagüe, como evasión.