domingo, 26 de octubre de 2014

"INÉS Y LA ALEGRÍA". ALMUDENA GRANDES

    Novela que inicia una serie, que pretende, a la manera de los "Episodios Nacionales" de Galdós, poner una lupa en determinados momentos históricos. La autora pone en una determinada situación histórica a unos personajes ficticios y los relaciona con personajes reales. En la novela se analiza un determinado hecho histórico, la entrada por los pirineos de la Unión Nacional Española en los años cuarenta en plena Guerra Mundial para volver a hacerse con el poder en la España franquista. Un intento suicida y poco conocido en nuestro historia que fracasó por numerosas causas que son diseccionadas por la autora.


     La novela cuenta una historia de amor a lo largo de los años. Una historia de amor que se ve inmersa en todos los acontecimientos históricos que se muestran. A partir de ella, vemos la invasión, las durísimas condiciones de los represaliados, el exilio, las luchas intestinas dentro del partido comunista, la influencia estalinista en el mismo, la clandestinidad en territorio español. En definitiva, una novela que por sus dimensiones e intenciones tiene una vocación de novela totalizante.


     La perspectiva es pretendidamente parcial, la novela está contada en primera persona por parte de dos personajes, con apariciones de un narrador externo, que es claramente afín a la causa. La autora simpatiza con los personajes y con la causa. Una novela que apuesta por lo que Unamuno llamaba la intrahistoria, es decir, la influencia que las historias íntimas tienen en la Historia con mayúsculas.


      Se trata de una gran novela que en ocasiones adolece de cierto tono melodramático y de sobreabundancia de explicaciones gastronómicas. Pero que tiene la maestría de una autora con oficio, que apuesta claramente por la acción antes que por los artificios, en el que los diálogos son creíbles.  A los personajes les falta algo de ambigüedad moral, son bastante planos. En este sentido, la simpatía de la autora por la causa que los personajes mantienen, los simplifica y hace que pierdan cierta complejidad. Los personajes hacen siempre lo que esperamos que hagan, no nos dan sorpresas. Pero, ciertamente, la autora lo hace con pulso firme.


     Como dije, la novela tiene su punto melodramático, pero eso no quita que tenga momentos de una gran altura afectiva. Como es todo el final de la novela, que, aquí sí, tienen todo el sentido después de haber acompañado en todo su devenir vital a los protagonistas.


Por último, hay que decir que el mayor acierto, a mi juicio de la novela es el estudio de los personajes históricos, analizados estos con profundidad, siempre con la subjetividad de la que hablamos, pero con un indudable conocimiento de lo que se habla y, sobre todo, sin restar un ápice de interés a la acción principal, sino más bien complementando todo para así entender mejor todo lo que ocurre, con sus claroscuros. En definitiva, la autora pretendidamente quiso asimilar las formas galdosianas en otro momento histórico. Lo consigue, sin la genial prosa de Galdós (sin duda, uno de los mejores novelistas europeos de la historia), pero con la misma capacidad de integración de lo real y lo ficticio. Un saludo de El Criticón Lector.